Abrazos gratis, una sugerencia
Estos últimos días nos ha sorprendido la iniciativa de algunos que ofrecían abrazos gratis en plena calle. Puede ser que el calor humano sea bueno para la piel y que no haya que buscarle tres pies al gato ya que el que los ofrece ya tendría suficiente gratificación en la suavidad d su propia piel. Pero hay quien cree ver en esta extraña práctica reciente algo parecido a las ciberturbas, un fenómeno del que ya no se habla; pero que sigue siendo intrigante.
Estos últimos días nos ha sorprendido la iniciativa de algunos que ofrecían abrazos gratis en plena calle. Puede ser que el calor humano sea bueno para la piel y que no haya que buscarle tres pies al gato ya que el que los ofrece ya tendría suficiente gratificación en la suavidad d su propia piel.
Pero hay quien cree ver en esta extraña práctica reciente algo parecido a las ciberturbas, un fenómeno del que ya no se habla; pero que sigue siendo intrigante. Ya hablé de él y lo que decía enonces era que su finalidad era la de convertir en conocimiento común algo. En concreto decía entonces que lo interesante era ponerlas en relación con la ida del umbral de la tolerancia, una situación a partir de la cual nos rebelamos.
Para que ese umbral funcionara como el desencadenante de una acción colectiva era necesario que unos cuantos supieran que otros como ellos, igual de hartos que ellos, estaban por ahí desparramados. Y no solo eso sino que además era necesario que todos y cada uno supieran que los demás sabían que elos sabían que los demás sabían... que estabamos hartos.
Las ciberturbas tienen pues un componente cognoscitivo que está ausente de los abrazos gratis. De hecho que sean gratis los descalifica para significar nada de interés. No porque deberían cobrarse, que no lo sé, dependerá de si sirven para suavizar la piel o para cualquier otra finalidad útil, sino porque la gratuidad les vacía de su posible arbitrariedad, un elemento este que debe estar ahí cuando se persigue el conocimiento común no de esto o de aquello; sino de ese mismo conocimiento común en sí mismo.
El conocimiento común de nuestro conocimiento común establecería unos lazos entre los miembros de la ciberturba que haría de ella una fuerza imparable. Por eso creo que deberíamos reanudar su práctica. Sugiero que reanudemos su práctica y, si se me permite tratar de matar dos pájaros de un tiro, que la reanudemos alredeor de la idea de abrazarnos. Serían cincio minutos de abrazos sucesivos sin finalidad alguna.
Cuando seamos muchos los que nos abrazamos sin más objetivo que contemplar cómo crece nuestro número, los poderosos de este mundo se darán cuenta que no nos pueden timar, que no pueden hacer lo que les de la gana y empezarán a comportarse como usuarios de metro, el verdadero rasero de la igualdad.