Arquitectura espiritual, 3ª planta

Publicado el 09/10/2020

En la segunda planta comienza el recorrido del ascensor y la enorme superficie de éste sirve de nuevo espacio para libros un tanto inclasificables y, curiosamente, como complemento a los elementos de relajo de cada planta a partir de la segunda. En esta segunda planta, dedicada a la Literatura, este relajo es importante pues, así como la Economía puede ser difícil y su estudio genera mucho esfuerzo solo curable con descanso y posible salida de casa, tanto la filosofía como la literatura solo lo exigen cuando uno cree saber que «entender» en esas áreas no es necesariamente lo adecuado ya que el nihilismo es especialmente aplicable a ellas en el sentido de que no hay nada externo que las «explique». Esta forma de mirar tanto a la Filosofía como a la Literatura hace de estas dos áreas de conocimiento algo complementario que, sin duda, se reflejará en el uso del ascensor sobre todo entre estas dos áreas.

A pesar que en estas dos áreas, correspondientes a la segunda y tercera planta, hay menos cantidad de lecturas que en la segunda, esto no se refleja en una menor superficie y en la correspondiente mayor delgadez del edificio, precisamente porque la necesidad de mayor espacio de relajo para atender a la diferente naturaleza de una y otra y a su muy frecuente complementariedad, obliga a facilitar las subidas y bajadas entre estas dos plantas de esta obra de la arquitectura espiritual.

Esta segunda planta, es decir su contenido, está dividido, lo mismo que la anterior, entre autores de tres lenguas distintas: el francés, el inglés y, esta vez, el castellano. Si bien el alemán puede ser entendible en sus manifestaciones filosóficas por parte de los visitantes frecuentes, la literatura en alemán no lo es tanto y, por otro lado, el castellano ha de tener un enorme número de páginas disponibles. El espacio dedicado a la literatura generada en este último idioma ha der ser, por consiguiente, prácticamente la mitad de la superficie de la planta sin que sea necesario destacar ninguna especificación a fin de exhibirla en una balda del ascensor.

La educación en las escuelas españolas, al menos hasta hace poco, estaba dirigida, en el aspecto literario, hacia el francés, a través de autores como Proust, Gide, Camus y muchos otros que obligaban a los editores a poner a disposición del sistema educativo y de los lectores más refinados multitud de páginas de literatura francesa. Desde Julio Verne (con su Miguel Strogoff) puesto a disposición de la juventud hasta las obras de Flaubert (con su Madame Bovary) o de Victor Hugo (con la maravilla de Los Miserables), poco adecuadas para la juventud pero necesarias para que los adultos educados pudieran tener una idea más clara de su entorno. No debería hacer falta confirmar que la literatura inglesa está bien representada y en cierta medida doblemente representada pues a los grandes dramaturgos ingleses, como Shakespeare u otros muchos bien conocidos y naturalmente representados en esta tercera planta, habría ue añadir a los más recientes escritores norteamericanos que, a través de una selección cuidadosa, rellenan otra balda del ascensor. A pesar de la poca presencia del idioma alemán en la educación de las escuelas españolas, los editores no podían permitirse la ausencia de la literatura alemana o austriaca en sus catálogos. Destacan sobre todo J.W. Goethe, Thomas Mann y Stefan Zweig. Las obras más importantes de éstos y otros lucen en esta planta.

Ni que decir tiene que esta planta es la más usada de esta obra de arquitectura espiritual por lo que el ascensor está la mayoría del tiempo parado en ella. A menudo el lector se queda hasta muy tarde por lo que hay que contar con la posibilidad de que dormite en ella. Por ello debe contar con butacas muy cómodas colocadas tanto en la planta en sí como en el ascensor que cuenta con una de esas butacas individuales que muy a menudo sirven de cama al lector siempre que en la cuarta planta no continúe una de las frecuentes reuniones de amigos de la arquitectura espiritual.