Es curioso lo que se tarda en ir perfilando las causas y los detalles de una crisis como la todavía viva Financial Crisis. Pero la luz se va haciendo poco a poco. TM me envía dos artículos que me permito recomendar. El de Acharya y Schnabel muestra convincentemente que los desequilibrios globales no son la verdadera causa de la crisis y que esta causa hay que atribuirla más bien al comportamiento y enlaces de la red de bancos globales contradiciendo así mi planteamiento de febrero del 2009 (al que, por otro lado, me atengo). El otro artículo, el de Acharya y Richardson ofrece una explicación cumplida del porqué y el cómo del desecadenamiento de la crisis en el verano del 2007 como consecuencia de un comportamiento bancario que llevaba funcionando al menos desde el 2002. Es a la luz de este último que se puede comentar el resultado de la reunión del comité de Basilea para la regulación bancaria que ha tenido lugar este pasado fin de semana y que ha acabado, después de meses de tiras y aflojas, con el acuerdo ya denominado Basilea III.
No seré demasiado específico en la descripición del comportamiento bancario pues me temo que ya lo he sido y hasta en dos ocasiones correspondientes a los artículos de Expansión de agosto y de septiembre. Se tratataba como ya se sabía de arbitraje regulatorio por mor del cual los bancos se permitían, en parte apoyados por el optimismo que sostenía Basilea II, el fondearse gracias a la securitización de las subprime y otros activos, lo que en principio parecería repartir el riesgo, pero solo de una manera ficticia. En efecto muchas de estas operaciones se realizaban con la ayuda de los conduits o vehículos para finalidades específicas que no consumían capital, expandiendo así enormemente el crédito sin aparente incremento del riego. Pero lo que no conté en los dos artículos citados es que esa reducción del riesgo de ese banco era ficticia. Los vehículos especiales eran fondeados mediante la securitización del papel comercial de ese banco. Este banco, por lo tanto y para saltarse las ratios de capital, titulizaba el papel comercial y así obtenía fondos para finaciar a los vehículos especiales que mantenían en su activo, el resultado de otra titulización esta vez de, por ejemplo, hipotecas.
Esta debiera ser la lección aprendida. Que es difícil asegurarnos que en el futuro los banqueros de un tipo u otro no serán capaces de inventar otros esquemas que se pongan en vigor a fin de garantizar la solvencia mediante exigencias de capital tal como hace Basilea III. Los detalles y no todos están en cualquier periódico de hoy. Yo los he leído en el FT, pero pueden entenderse perfectamente en el artículo de El País. Las mayores exigencias de capital se obtienen o bien incrementando el capital y las reservas o bien disminuyendo los activos ponderados por riesgo. La pregunta por lo tanto es si no nos encontramos con el mismo escenario anterior y, siendo exagerado con un mayor incentivo a seguir haciendo arbitraje regulatorio. Si este no fuera el caso entonces nos encontraríamos con la necesidad de disminuir los sueldos de los ejecutivos y su bonuses y/o reducir el pay out o % del beneficio destinado a dividendos disminuyendo así las posibles adiciones a las reservas.
Como por otro lado los tests de resistencia no han revelado toda la información pertinente relativa a los activos tóxicos fuera de balace, nos encontramos en una situación bien curiosa en la que se vuelve a abrir las posibilidades estratégicas de los bancos para señalarse como bancos buenos.
Se me ocurren varias posibilidades. En la medida en que, tal como ya dije, en uno de los artículos de expansión citados, los Consejos de los bancos no han sido demasiado diligentes en la tarea de identificar las actividades de arbitraje regulatorio, hoy tienen la oportunidad de rebajarse las atenciones estatutarias al tiempo que redefinen el esquema salarial de los ejecutivos diseñando un sistema que incentive la verdadera dispersión del riesgo. La segunda es que se permitan incrementar el pay out como señal de la buena calidad de sus activos. En particular los grandes bancos españoles podrían muy bien hacer ambas cosas y no necesitar ningún aumento de capital.
Es verdad que un mal banco podría tratar de imitar a uno bueno tomando las mismas medidas, pero dado el inmediato pasado, no creo que este sea un gran peligro. El comportamiento de la Bolsa europea de hoy no parece, sin embargo haberlo entendido así. El setor bancario en general no ha reaccionado con la fuerza que mi explicación parecería implicar y el sector bancario español no se ha diferenciado de otros, como el alemán por ejemplo, para el que mi análisis hubiera previsto un comportamiento bastante peor.
Iremos viendo. Pero lo que está claro es que la gestión del riesgo definirá quién es quién en un futuro próximo.