Ayer acabó la temporada actual de AMAR en Tiempos Revueltos. Fue un final sencillo, como corresponde a un ejecicio en el Verfremdungseffekt, pero muy significativo por dos secuencias de antología. En la anteúltima Hector y Bonilla remedan el final de Casablanca en un paseo de iluminación expresionista que los espectadores sabemos va a ser el comenzo de una gran amistad y, en la última, Leonor y Pelayo liberan a la paloma mensajera que ha traido amor a este mundo y que preludia prematuramente una paz que no llegará, pero sobre todo canta a la libertad que quizá Cristina vaya a regalarse a sí misma. No sé si se me creerá, pero esa misma noche, con mi ojo clínico infalible, detecté al Sebas entre al multitud que abarrotaba la confluencia de San Bernardo con la Gran Vía.