¿Capitalismo desatado?

Publicado el 27/09/2010

A dos días de la huelga general del próximo miércoles la recensión de la traducción del libro de Andrew Glyn Capitalism Unleashed es oportuna. Aparece como Capitalismo Desatado con casi tres años de retraso y la recensión se realiza sin firma y, pienso, que con una ausencia de sensibilidad evidenciada por la ausencia de mención de la muerte de su autor. Era bien conocido entre lo esconomistas marxistas, no necesariamente analíticos y tuvimos ocasión de contar con él en la edición del 2002 de la Escuela de Verano de la FUE, Approaches to Equality dirigida por Bob Sutcliff y por Alfonso Dubois ambos de la Universidad del País Vasco.

A pesar de que la recensión anónima de la traducción del último libro de Glyn pone énfasis en las nuevas variables que juegan un papel en el problema de la distribución entre capital y trabajo, lo que me interesa del libro es que, como no podía dejar de ser cierto en el análisis de un economista marxista, cada una de las novedades del capitalismo, desde la globalización y las nuevas tecnologías hasta la explosión de las finazas o la geopolítica, puede ser entendida con gran claridad cuando se visualiza desde la influencia que tienen sobre la distribución.

A pesar de que se dice que una de las constantes más firmes de la economía capitalista es la de las participaciones de capital y trabajo en el producto de un sistema económico, lo cierto es que solo lo son cuando se estiman a largo plazo, una forma de mirarlas que encubre la razón por la que aparecen como constantes. Esta razón es justamente que, ante cualquier novedad que amenaza esa constancia, entra en juego sea la huelga de los tarabajadores, como la del próximo viernes, sea una especie de huelga de inversiones como la que apareció como evidente en la ya olvidada crisis del petróleo.

Esta es la gracia de este libro y, más en general, la de Andew Glyn: convencernos de que esta categoría conceptual, la de las participaciones del trabajo y del capital, es muy poderosa a la hora de ordenar los cambios que se producen y que no acabarán siendo tendencias hasta que no pasen el test de su impacto distributivo.

Por otro lado esta forma de mirar a lo que pasa ha de tener alguna relación con la disipación de rentas a la que me refería en El Capitalismo que Viene pues cada una de las ventajas que capital o trabajo parecen sacar de los cambios que detectamos no son otra cosa que rentas. Confirmar esta intuición sería un buen tema de investigación. Llevarla a cabo, bajo la hipótesis a explorar de que el capitalismo no se desata nunca del todo, sería el mejor homenaje que podríamos realizar a la memoria de Andrew Glyn.