Castañas

Publicado el 03/10/2010

De los dos castaños de mi escueto jardín caen dos castañas en mi cabeza calva y me producen dos ligeros chichones. En la calle donde vivo también hay castaños que siembran generosamente el suelo de pequeñas pelotas marrones. Las chuto con intención y las clavo. Un chut , un gol. Ni un fallo. Y me embarga la nostalgia. Recuerdo los espontáneos partidos improvisando como porterías dos bocas de alcantarilla y como balón una piedra cualquiera. Sentía el aliento de las cien mil almas de Maracaná aplaudiendo mi fantástico gol de volea desde casi medio campo en perfecta parábola. Añoro aquellos partidos a vida o muerte y los torrentes de sudor corriendo por la espalda. Ya no hay suficientes compañeros dispuestos a despellejarse las rodillas para jugar un buen partido callejero y mis certeros chuts a las castañas solo sirven para humedecerme los ojos recordando la infancia perdida.