Chancla con diamantes
No sé cómo decírselo a Elisabet Ros; pero le voy a tener que dejar a pesar de su maravillosa figura y su cabellera de fuego. He encontrado a "alguien" que se me impone sin remedio posible. Es música y canadiense, toca el violín como los ágeles y su sonrisa es suficiente para imponerse a todos sus compañeros de orquesta.
No sé cómo decírselo a Elisabet Ros; pero le voy a tener que dejar a pesar de su maravillosa figura y su cabellera de fuego. He encontrado a "alguien" que se me impone sin remedio posible.
Es música y canadiense, toca el violín como los ágeles y su sonrisa es suficiente para imponerse a todos sus compañeros de orquesta. Se llama Farran James y con ese nombre de minero puede alcanzar lo sublime en su interpretación de la música barroca, catalana o austríaca.
Es la concertina-directora de la Orquesta Barroca del Festival de Torroella de Montgrí-La Principessa Filósofa y no puedo negar que este último nombre algo tuvo que ver con mi instantáneo enamoramiento de ayer por la noche, hace menos de diez horas.
No tenía mala localidad; pero la horizontalidad del suelo de la Iglesia de Sant Genís no me permitía oservar los pies de los músicos en todo su esplendor. No tengo tiempo de explicar porqué esa visión panorámica es imprescindible para una cabal comprensión de la versión precisa de cualquier pieza musical.
Pero es que lo único que quiero explicar a Elisabet para justificar mi veleidad en este juego del amor es que, entre las cabezas de los Consellers Tura y Nadal y junto a la cabecita de Montilla, podía observar el pie izquierdo de Farran.
Marcaba el compás, eso desde luego, pero dejaba ver, como quien no se entera del efecto que causa ,su pie desnudo apenas engarzado en una chancla con diamantes. Su vestido negro realzaba una figura de hembra jóven y ese vestido como de satén haciendo aguas y dibujando flores de loto y su pie desnudo te transportaban sin remedio al mundo de Isadora Duncan. Pero al de una Isadora que todavía no fuera consciente de su poder ilimitado.
La pobre Ana-Sophie Mutter se desgarraba en mi subconsciente imposibilitada de salirse de la contundencia de un cuerpo ya remanido por la debilidad del pobre marido/padre Previn . Nadie puede mejorar el efecto erótico de esa chancla con diamantes que se cimbrea en un exquisito tobillo y aisla para su idolatratación un luminoso y delgado dedo gordo.
Si no fuera por el respeto que, a pesar de todo, debo a Elisabet, que bailaba el "ne me quitte pas" de Brel, yo comenzaría hoy mismo, todavía bajo el encantamiento de esa princesa filosofa que suda y suspira con la música, a "inventarle palabras insensatas que sola ella comprendería" y a "regalarle perlas y plumas venidas del país donde no llueve" . Y le llevaría conmigo a "esa tierra donde el amor es ley, donde el amor es rey y en donde tu", mi dulce Farran con nombre de minero, "serás reina".