Chiste Beckettiano
Lo contó Albert interrumpiendo una conversación sobre el tamaño de la presunta finca que Polanco habría adquirido en el término municipal de Rupiá. Dice uno: "tardo 45 minutos en atravesar mi finca en coche". El otro se queda pensativo y finalmente murmura: "sí, yo también tengo un coche de ese tipo".
Lo contó Albert interrumpiendo una conversación sobre el tamaño de la presunta finca que Polanco habría adquirido en el término municipal de Rupiá.
Dice uno: "tardo 45 minutos en atravesar mi finca en coche". El otro se queda pensativo y finalmente murmura: "sí, yo también tengo un coche de ese tipo".
Yo me quedé helado. Ahí estaba lo abismal del lenguage, lo que lo hace inabarcable. En efecto, el chiste puede ir sobre fincas o sobre automóviles. Puede ir de pijos o de idiotas, o de un idiota y un pijo. O de payeses o de tontos, o de uno y otro, o de dos listos. Puede, según el caso, que la finca sea pequeña o grande y que el coche sea un magnífico todo terreno o un cacharro.
Y me sentí confundido como ante la paradoja del mentiroso, irritado por mi falta de capacidad intelectual instantánea.
La risotada fue general; pero creí notar como un toque de histerismo y una vuelta demasiado rápida a la conversación real, pegada a tierra. Asusta demasisdo no saber en dónde está el suelo, o el norte o un punto fijo. Aterroriza caer en la cuenta de que no hay manera de entendernos solo con el lenguaje.
No es éste el absurdo de Groucho ( "si no le gustan mis ideas tengo otras") Este absurdo acaricia y a mí me hace reir hasta desencajarme la mandíbula. Este otro absurdo me rasca y me hace apretar la mandíbula hasta sentir dolor.
La alegría de vivir fente al dolor de la vida