Como ya conté en la nueva primera entrada de este renovado blog, mi casa me parece un mundo distinto. Y pienso que lo mismo ocurre con el mundo exterior que no sabe hablar de sí mismo, sino solo del Coronavirus con multitud de datos y con la sospecha de que el mundo será distinto cuando la infección se retire y la inmunización progrese con cierta rapidez. Pero el mundo es muy complejo y parece, a juzgar por los muy distintos ámbitos en los que ese mundo nuevo crecerá, que el problema de complejidad que empieza a plantearse es todo un Cisne Negro.
Si bien la Economía en general, diría yo, tiene ya elaborada una cierta especialidad en la que la complejidad puede ser tratada directamente y es, por tanto, aplicable a este Cisne Negro del Coronavirus, antes de aplicarla quizá podamos entender algo a partir de una aproximación más inmediata basada en la Teoría de Redes. Mi interés estaría en tratar de conceptualizar tanto el contagio como la inmunización que parecen estar en el verdadero fondo de cualquier forma de diferenciar distintas maneras de caracterizar distintas áreas en relación a todas las variables que definan un «mundo».
Es pues conveniente empezar por conceptualizar el mundo que queremos entender como una colectividad, de individuos naturalmente, que puede organizarse de distintas formas. A efectos de hablar de contagio e inmunización parece que sería conveniente partir de la clásica diferenciación de Baran entre redes centralizadas, descentralizadas y distribuídas y cuya representación gráfica puede verse en la p.27 de El Poder de las Redes de Ugarte. Como no es de esperar que, por graves que sean los resultados de la pandemia del Coronavirus, el mundo vaya a organizarse como totalmente centralizada, prestemos atención a las dos últimas formas posibles en las que el género humano podría organizarse.
Una forma se distingue de la otra en la forma en que se relacionan dos nodos (individuos) cualesquiera de la red. En una red distribuída el camino entre dos nodos cualesquiera es siempre menos largo que en una descentralizada en la que siempre habrá un camino entre dos nodos más largo. Esto es relevante porque contagio o inmunización tienen que ver con esa distancia. Más allá del tiempo que lleve pasearse por una u otra forma parece que podíamos apostar que, en principio y abstrayendo de otras particularidades, el contagio será menos largo que la inmunización por lo que deberíamos pensar que no podemos confiar del todo en la inmunización y deberemos intentar apoyarla en base a otras medidas.