En este estadio de la crisis en el que nos encontramos, dominado por los problemas de endeudamiento, hay dos vías de salida necesarias, una relacionada con la Sociedad, estructurada en lo que llamamos la cosa pública con su correspondiente gobierno (Gesellschat), la otra mucho más con la Comunidad como forma de sociabilidad menos estructurada aunque fuertemente cohesionada ( Gemeinschaft). La primera tiene que ver con la manera actual de entender el comercio internacional y con el nuevo modelo productivo. La segunda vía de salida también tiene que ver justamente con ese nuevo modelo productivo, pero más en concreto con el emprendedurismo que es necesario fomentar antes de que la situación se torne realmente peligrosa para la paz social.
La Teoría del Comercio Internacional es uno de los iconos de la ciencia económica pues la defensa de la libertad de comercio que comienza con A.Smith y sigue con Ricardo, Heckscher-Ohlin o Krugman representa clarividentemente esa visión de que nada es lo que parece o que nada de lo que parece obvio es verdad. El mercantilismo parecía obvio y la defensa de la libertad de comercio una equivocación. Hoy es ya evidente para todo el mundo que la libertad de comercio es buena para todos los países y los sectores aunque no parezca ya necesaria la especialización por países y quepa el comercio intraindustrial, que podríamos llamar transnacional, entre industrias de un mismo sector y empujado por los rendimientos crecientes siendo el exportador aquel país en donde está radicado el proceso productivo más eficiente.
Sabemos sin embargo que las imperfecciones de los mercados (externalidades) pueden dar origen a un proteccionismo estratégico. En efecto, hay externalidades obvias entre países puesto que cada uno puede aprovecharse gratis del incremento en el gasto público en el otro. En este caso el comercio entre ambos se puede modelar como un dilema del prisionero en el que, efectivamente, sea estrategia dominante para cada país cerrar sus fronteras. La solución de este incómodo resultado está, más allá del buen funcionamiento de la OMC. En soluciones menos políticas y más comunitarias como, por ejemplo, una especie de cheap talk, previo a la decisión de cerrar o dejar abiertas las fronteras, en el que caben mensajes por parte de los dos países envueltos en el dilema que sean dobles y condicionados del tipo: “Anuncio que no cerraré la frontera y no la cierro siempre que mi oponente anuncie que no la cerrará o la cierro si el otro la cierra”. La mención de este tipo de estrategias complejas nos hace ver que, en términos de la distinción de Töenies, una cuestión que siempre se ha considerado como propia de relaciones entre Gesellschafts distintas se empiece a parecer a una cuestión propia de la Gemeinschaft, pasando de lo internacional a lo transnacional.
Y cuando esta Comunidad propiamente transnacional empieza a funcionar nos encontramos con posibilidades relacionadas con los rendimientos a escala. Por ejemplo y en el contexto de la deslocalización, nos encontramos con que hay países que no se limitan a comerciar sino que se implantan en otros países seguramente con salarios más baratos pero, sobre todo, con una cultura productiva adecuada al sector de que se trata. Visto así resulta menos extraña la idea de que no solo no se pierden puestos de trabajo en el país que deslocaliza sino que es muy posible que se incrementen en ambos países. En el de destino por razones obvias. En el caso del doméstico porque se retienen en él operaciones de mayor valor añadido que todavía se incrementan más en cantidad pues son ahora más necesarias debido a que la implantación en el extranjero ha incrementado el capital productivo y ahora merece la pena, por ejemplo, crear una marca universal, asunto este que requiere unas habilidades muy especiales. Como decía A. Arizkorreta en su artículo de Cinco Días (lunes 20 de septiembre) la sostenibilidad exige hoy la deslocalización.
Pero en un mudo así, en el que ya es la Comunidad y no la Sociedad, la Gemeinshaft y no la Gesellschat , la que lleva la batuta debemos entender que, como dice J.L. Larrea en El Correo (sábado 11 de septiembre) “ya contamos con un ecosistema formado por un número creciente de fundaciones, semilleros, incubadoras, institutos de investigación, centros tecnológicos, parques tecnológicos, programas universitarios” etc. que, añado yo, necesitamos poner “en pie de guerra” . Inmersos en este ecosistema ¿qué necesitamos de nuestros emprendedores y cómo podemos facilitarles la vida?
Antes de contestar a esta pregunta crucial es conveniente entender cuál es la noción de empresa adecuada a los tiempos. Ya no podemos conceptualizarla como una caja negra que produce cosas a partir de cosas. Tenemos que verla bien à la Coase como una alternativa al mercado ante ciertos costes de transacción de éste último o como un haz de contratos en el contexto de una noción de agente y principal. En el mundo de hoy, ya totalmente digitalizado, los costes de transacción dejan de tener importancia pues se reducen considerablemente así que tenemos que mirar a la empresa cono haz de contratos. Vista así la empresa no es difícil entenderla como formando parte de lo que se llamó la Nueva Economía en la que las redes y su configuración eran cruciales y en la que “la lógica de la abundancia” (http://juan.urrutiaelejalde.org/economia/abundancia.html ) asociada al efecto -red, nos llevará a “una situación límite de competencia perfecta. Como se observa, en este mundo de la Nueva Economía, perfectamente vigente a pesar de la explosión de la burbuja puntocom , y tan reticular y transnacional , la competencia ya no es en el mercado sino por el mercado y la lección a aprender es que no solo no se puede monopolizar el mercado, sino que, además, la única manera de lograrlo sería en base a un software propietario que no puede competir finalmente con un software libre que se desarrolla con el apoyo de miles de personas colaborando en un ejemplo más de Gemeinschaft. Proporcionar una plataforma basada en software libre puede ser un ejemplo de lo que sería luchar por el mercado pues, si consigues que el efecto-red producido por esa plataforma, te convierta en el único suministrador de información libre no solo puedes ganar mucho, sino que puedes generar muchas oportunidades de negocio surgidas de la información que proporcionas. Ese mercado, por no hablar de cada mercado que en esa plataforma se configura, puede cambiar de manos en cada instante gracias a una competencia perfecta basada en la innovación en un mundo reticular digitalizado en el que los rendimientos a escala crecientes se observan por doquier justamente por el efecto-red. Se trata de un mundo en que los mercados pueden florecer como setas gracias al empuje de los emprendedores, pero en el cual la generación de riqueza se debe básicamente a la inevitable competencia por ir cinco minutos por delante en la innovación.
Cuando la Gesellschaft va a facilitar el comercio internacional por necesidades de los diferentes países y cuando la Gemeinschaf facilitará los rendimientos crecientes y la generación de confianza identitaria, lo que hay que aprender para ser emprendedor son dos cosas. La primera es que no hay manera de triunfar a no ser que lo que vendes tenga un valor social para todos, cosa que solo conseguirás si sabes utilizar la formación de confianza para alargar el proceso productivo y para crear una marca basándote en tu comunidad identitaria. La segunda es que esto pasa y pasará por deslocalizar el alargamiento del proceso productivo sacando fuera del país los estadios menos sofisticados de la cadena productiva. Como consecuencia de aquella formación de confianza y de este último alargamiento exterior del proceso productivo el emprendedor deberá aprender que no tiene más remedio que diferenciar producto y tendrá que estar dispuesto a hacerse con cualquier mercado sabiendo que lo perderá mañana para capturar un tercero pasado mañana.
Merece la pena exponer estas ideas en un momento de la crisis en el que los coletazos propios del desapalancamiento acabarán por aquietarse y habrá que acercarse al nuevo modelo productivo a partir del esfuerzo de muchas personas, especialmente jóvenes, dispuestas a emprender. El emprendedurismo es la reina de corazones de Alicia pero con el suelo moviéndose bajo tus pies en dirección contraria a tu carrera de manera que sí que recorres camino, un camino lleno de sorpresas atractivas que redundan en beneficio ajeno lo mismo que las sorpresas a las que te someten los demás redundarán en tu beneficio.