En alpargatas chez mon frére

Publicado el 24/11/2010

El lunes por la noche, como todo el día, ha estado lloviendo en Madrid y la entrevista de Gabilondo a Elena Salgado tiene algo de lluvia madrileña, como falsa, como de filmación de película. No somos Irlanda, dice la ministra - y se nos nota. BuenoPor la mañana ha dejado de llover y los periódicos nacionales así como el FT, que leo en el aeropuerto, en ese tiempo precioso que nos regala Iberia, parecen incitar al contagio que, como se debiera saber, no solo funciona por participaciones mal tomadas (por ejemplo hipotético de los bancos españoles en deuda irlandesa) sino también por factores psicológicos que afectan a la confianza de miles de inversores en todo el mundo que dan órdenes a sus gestores que es posible sigan la dirección marcada ya por quienes formalmente apuestan contra una deuda soberana dterminada a través, por ejemplo de los Credit Default Swaps (CDS) que tanto dinero han proporcionado a los bajistas que vieron (de) crecer la hierba desde antes de septiembre del 2008.

Llego a Bilbao y llueve, pero la lluvia en Bilbao es lo suyo y me sube el ánimo. Así, contento, llego a casa de mon frére que me obliga a calzarme unas alpargatas vascas para no estropear el parquet de su nueva casa mientras se ríe de mis eternos zapatitos de salón que han hecho de mis pies y tobillos una sola pieza compacta. Pero me los vuelvo a calzar para ir al amaiketako al Iruña, al mismo tiempo que el Gobernador comienza su comparecencia en el Senado. Por el camino mon frére , que sabe de estas cosas, me cuenta que no habrá contagio, que ya lo hay y que no podemos hacer nada.

Así que aparentamos serenidad y mientras él guarda la línea yo entierro mi angustia en pinchos salados y dulces en un intento fallido de suicidio. Solo nos queda un remedio, sobre todo después de la humillación del pasado sábado, despotricar orgiásticamente sobre Madrid (nada que ver con los madrileños). Nos referimos a los "vascos en Madrid", esas personas que se han aprovechado de ser vascos buenos -un pequeño grupito en el almacén de manzanas podridas - para "colocarse", quiera esto decir una cosa u otra. Nunca volveremos a pisar Madrid, nos conjuramos.

Pero, bueno, tomo el vión de vuelta tarde y desembarco en en un Madrid lluvioso, falso, de opereta. Telemadrid entona ya música de funeral. Hecho de menos las alpargatas. Mañana pensaré sobre contagios y demás asuntos desagradables. Vuelvo a cenar y me meto a la cama con pastilla para dormir.