Fogonazos XIX, Dos días para pensar
He terminado dos piezas, trozos de pensamiento cableado, que todavía deben ser domados, enderezados, para que puedan ser leídos, pero que, a mis efectos, ya están terminados. Lo que resta es pura calderería, lenta, contundente y firme pero aburrida. Por eso me parece un regalo los dos días que tengo por delante, días de aeropuertos y trenes en los que me niego a tabletear y me quedo pasmado mirando a mi alredeor lo que nunca aparecerá ya enmarcado en cualquier relato y lo que no perdura en sí, pero deja huellas en el habla del que mira.
He terminado dos piezas, trozos de pensamiento cableado, que todavía deben ser domados, enderezados, para que puedan ser leídos, pero que, a mis efectos, ya están terminados. Lo que resta es pura calderería, lenta, contundente y firme pero aburrida. Por eso me parece un regalo los dos días que tengo por delante, días de aeropuertos y trenes en los que me niego a tabletear y me quedo pasmado mirando a mi alredeor lo que nunca aparecerá ya enmarcado en cualquier relato y lo que no perdura en sí, pero deja huellas en el habla del que mira. Dos días de servilleta y boli con el que dibujar pensamientos evanesentes sobre un tejido acolchado en el que la tinta se hace cuerpo.