La Escuela Austríaca
Jesús Huerta de Soto me ha enviado recientemente , entre otras obras suyas, un libro breve muy útil para entender el pensamiento de esa maravillosa escuela de economía que se llama la Escuela Astríaca. Según Jesús, entre otras cosas esenciales que diferencian la manera de hacer de esta Escuela Austíaca de la del Neoclasicismo ( esa manera de pensar lo económico propia de todo el resto del mundo) es que esta última sería responsable de todos los fallos económicos desde al menos la Gran Depresión, aunque he de suponer que Jesús admitiría que también lo es de todas las mejoras, bien reales, que hemos observado. Para Huerta de Soto los Keynesianos y los miembros de la Escuela de Chicago son parte de ese nefasto Neoclasicismo.
Jesús Huerta de Soto me ha enviado recientemente , entre otras obras suyas, un libro breve muy útil para entender el pensamiento de esa maravillosa escuela de economía que se llama la Escuela Astríaca.
Según Jesús, entre otras cosas esenciales que diferencian la manera de hacer de esta Escuela Austíaca de la del Neoclasicismo ( esa manera de pensar lo económico propia de todo el resto del mundo) es que esta última sería responsable de todos los fallos económicos desde al menos la Gran Depresión, aunque he de suponer que Jesús admitiría que también lo es de todas las mejoras, bien reales, que hemos observado.
Para Huerta de Soto los Keynesianos y los miembros de la Escuela de Chicago son parte de ese nefasto Neoclasicismo. Y lo explica bien. Pero necesariamente de una manera tan general que puede meter en el mismo saco a Cambridge y a Chicago. Aunque sería difícil argumentar con pulcritud esta asimilación, no es tan sorprendente si reconocemos que los economistas asociados a la tradición de de una u otra universidad son, o se presentan, como ingenieros sociales. Y es justo ahí donde los austríacos ven el pecado original de toda otra manera de pensar que no sea la suya, ya que en lo social no cabría la ingeniería.
Es sorprendente lo bien que encaja esto en la idea, que ya he mencionado en este blog, del nihilismo terapeútico, una de las características básicas de la decadencia del Imperio Austrohúngaro y también de lo que sería una concepción providencialista de la acción humana propia de un pensamiento católico.
A mí me hipnotiza la fe con la que defienden su manera de pensar.