La llamada de la tribu es el título del último libro de Mario Vargas Llosa que muy recientemente fue presentado en La Casa de América en Madrid. Se trata de una colección de ensayos sobre sus ensayistas, políticos, filósofos, periodistas o economistas preferidos que le hicieron el camino que le llevó desde una juventud marxistoide hasta una madurez digamos que liberal.
Para alguien que, como yo, no es mucho más joven que él, el camino es conocido aunque comenzó menos radical y terminó o va a terminar menos liberal que el de D. Mario. Nunca pertenecí a ningún partido político, ni he sentido admiración, siquiera breve, por Cuba ni he tratado de vencer en buena lid a otro candidato poco fiable a presidente de mi país. Pero curiosamente y por distintas razones supongo, hemos compartido lecturas cruciales del siglo pasado aunque con entusiasmos diferenciados.
Mario V.Ll. no es economista y yo sí y esta diferencia se nota tanto en los economistas como en los intelectuales franceses tratados en su libro. Ambos hemos leído los dos grandes libros de Adam Smith, la Teoría de los Sentimientos Morales y la Riqueza de las Naciones pero para él la primera obra que acabo de citar es aparentemente la más importante de ambas si nos atenemos al espacio que dedica a una y otra, justo al revés que para mí. En cuanto a Hayek él siente un entusiasmo evidente por él y parecería que le prefiere a otros economistas austriacos que están también en el origen de la Escuela Austriaca que pase lo que pase se mantiene, o al menos se mantenía hasta ahora, como referente para un grupo nada desdeñable de economistas de todas partes, incluyendo un buen número de españoles, y agrupados en buena parte en la Sociedad Mont Pelerin. Yo admiré la que considero su obra cumbre, Camino de Servidumbre, y conozco con bastante amplitud su trayectoria académica. Es una lástima que no dedique bastante más espacio a sus contactos y discusiones con Keynes pues es este gran economista el que podría haber llevado a V. Llosa por un camino también liberal pero menos exagerado que el que el Nobel de Literatura muestra en sus escritos no literarios.
Karl Popper es el otro famoso intelectual, bien conocido por los economistas que, en su generalidad, no han sobrepasado sus ideas metodológicas según las cuales nada puede ser probado como verdad por los hechos mientras estos son los que realmente refutan las teorías. Este es el corazón de su gran obra La lógica de la investigación científica. Sin embargo, como era de esperar, V. Llosa dedica mucho más tiempo a La sociedad abierta y sus enemigos, pues ahí está la gran crítica de sociedades cerradas basadas en unas formas de pensar que no permiten ser refutadas. No tengo más remedio que confesar que este libro en su edición inglesa que leí en el verano de 1967 en Oxford no solo fue un turning point en mi mentalidad política sino el libro más físicamente bello que he tenido entre mis manos y que sigue ocupando un lugar de honor en mis biblioteca.
Los otros cuatro autores que conforman su trayectoria intelectual no están a la altura de estos tres en lo que me he detenido hasta ahora aunque estos restantes sean muy respetables. José Ortega y Gasset se me antoja que es una simple concesión de V. Llosa al hecho de que este su último libro ha sido editado en España y a pesar de la influencia que tuvo en todos los de mi edad su rebelión de las masas. E Isaiah Berlin no es tan respetable en su poca profundidad a pesar de que todos usamos muy a menudo su distinción entre el erizo y la zorra (veces el zorro), distinción esta que nunca he sido capaz de aplicarme ni a mí ni a mis contactos cercanos.
Y así dejo para el final los dos franceses a los que presta atención. No diré nada de J.F. Revel pues cuando este periodista era ya muy conocido yo ya no estaba abducido por la cultura francesa. Pero lo había estado durante mucho tiempo en buena parte por la cercanía de Francia que nos permitía hacernos con los últimos éxitos editoriales de gente como Sartre o Camus a los que V.Llosa no solo cita sino que además había escrito ya sobre ellos y pasarlos de vuelta por la frontera escondidos de la vista de los de aduanas. Estos dos autores si que fueron los maestros de mi generación y por eso me molesta que se les cite por parte de V.Llosa solo para resaltar la figura de Raymond Aron que, a los del 68 nos parecía un tanto carca. Y, sin embargo debería haber sido al revés pues estos dos autores eran simultáneamente literatos y filósofos al tiempo que bien interesados en la política.