Del corto viaje a París me ha quedado un recuerdo específico que no consigo silenciar. Se trata de la exposición del Centro Pompidou sobre Mondrian/de Stijl que ya mencioné desde esa ciudad en su día.
Me interesó especialmente de Stijl, incluso más que el propio Mondrian, su artista más conocido. Se trataba, en medio de la primera guerra mundial y desde una Holanda aparentemente no beligerante, de entender unificadamente el arte deconstruyendo el anterior y de renovar el arte pictórico rompiendo con la perspectiva siempre presente hasta entonces así como de la vuelta a la naturaleza de manera no natural. Sobre ambos aspectos se escribe en el catálogo de la exposición. Sobre esa vanguardia transdisciplinaria escribe Aurélien Lemonier y sobre el Neoplasticismo lo hace Marek Wieczorek en dos piezas ejemplares. Y ambos aspectos se pueden observar plasmados en las obras que se exhiben y que hacen referencia a, por ejemplo, Leger, vidrieros, cubismo, fauvismo o Egipto ( en dos pinturas pasmosas de van der Leck).
La exposición rebosa información y me entretuve en copiar lo que se decia en julio de 1923, ya en el período de entreguerras, en una especie de hoja periodística denominada G: Materiel zur elementeren gestaltung (algo así como G: material para las formas elementales). Aunque es posible que copiara mal, decía algo así como que la la forma más profunda y progresista de las formas elementales es la Economía (Die grund forderung elementar gestaltung is Ökonomié). Naturalmente que Ökonomie,diga lo que diga Wikipedia, no se refiere principalmente a la Ciencia Económica (wirtschaftswissenschaften) sino a la economía doméstica como forma de gestionar bien los gastos del hogar y que nos remite a las virtudes de la austeridad y el ahorro que son las que hoy parecen dominar la política alemana tal como ya dije en Expansión.
Es justamente esa austeridad en el mundo plástico, arqitectónico o del diseño la que define todo de Stijl y específicamente su vuelta a la naturaleza. Tratar de encontrar las formas elementales es una labor que hoy llamaríamos deconstrucción y que me interesó sobremanera en esa versión del de stijl pues comprendí inmediatamente que la deconstrucción nunca es total, que siempre lleva a otra forma que, aunque estable durante un instante, nos lleva a la necesidad vital de deconstruirla. Como decía Mondrian, tan circuspecto él:"nunca adaptarse; sino romper". En su caso el activismo estaba dirigido a romper con esa perspectiva que había reinado desde el Renacimiento. Lo que me impactó es que en el culmen de ese inento reaparece la perspectiva, depurada sí, pero perspectiva al fin.
¿Qué ocurre? ¿Es que no hay manera de llevar la deconstrucción a su propia culminación? Pues eso parece. O, lo que se me antoja similar, que no hay forma de prescindir totalmente del contexto. El ser es ubicuo y no hay forma de desaparecer, tal como nos hacía saber Vila-Matas en Doctor Pasavento, incluso si pudiéramos viajar one way a Marte