Se llama nada menos que zu Guttenberg, es jóven, agraciado, bien casado, rico y ministro de defensa. Un alemán de los que no asusta sino que admira. Pero ha sido pillado casi in fraganti copiando su tesis de doctorado y la Universidad de Bayreuth le acusa de plagio y falso juramento. Mis sentimientos son ambiguos. Por un lado Alemania me irrita una vez más por su falta de responsabilidad, en esta caso intelectual. Pero por otro su sociedad civil parece estar viva pues es ella y no su jefa de Gobierno la que le ha hecho dimitir como ministro.
Otra cosa distinta es el caso del hijo de Gadafi. Uno de sus mentores, David Held, encuadra el affaire más allá de la posible compra del texto, como un ejemplo de duda hamletiana entre la necesidad de vengar al padre y su mentalidad moderna.
Y ¿qué diríamos aquí si algo así se presentara? Si un político apareciera como habiendo encargado a un "negro" la redacción de su tesis doctoral, no me extrañaría nada que no sintiéramos vergüenga ni nos preguntáramos con Shakespeare "Who´s there?" Creo que más bien nos parecería un ejercicio clásico en picaresca cuyo mérito consiste en robar el queso a un ciego y recibir simplemente un bastonazo como reprimenda. Un jeta simpático.