Una vez más posteo un comentario acertado de TM. Esta vez se trata de su rúbrica a mi post sobre los informes generales sobre la situación económica y pollitica que empiezan a proliferar.
Escribe lo siguiente.
Un chiste antiguo dice que no hay mejor forma de arruinarte que contratando a un ingeniero o a un consultor. Como todo chiste, la medida de su gracia (éxito) está directamente relacionada a su dosis de verdad.
Así que no sé muy bien qué hacer con un informe de recomendaciones de macroeconomía realizado por una consultora. No para una empresa si no para todo un país.
De hecho, las recomendaciones de cambio de business models son enormemente arriesgadas y pocos son los inversores que apuesten por cambios de ese tipo en una empresa. Como dice otro dictum, esta vez respecto de la bolsa, “buy on facts, sell on rumors”. Pocas cosas más seguras para espantar a inversores que un anunciado experimento empresarial de cambio de modelo. ¡Qué no será entonces con un buen experimento con todo un país!.
Un país no es una empresa. Con esto debería quedar dicho casi todo respecto de la consultoría macroeconómica no sustentada. En particular, las funciones de reacción son un poco más complejas que en la planificación de una empresa. Buen ejemplo de ello es que los macroeconomistas llevan varias decenas de años tratando de anticipar y domeñar el ciclo económico así como de encontrar la piedra mágica del crecimiento. Sofisticados modelos de predicción se han logrado elaborar que permiten anticipar el muy corto plazo, con desviaciones importantes que implican ajustes continuos. Y todo este aparetaje es “superseded” (que no quiere decir superado sino sustituido) por recomendaciones de consultoría macroeconómica.
Aunque yo me quedaría un poco más tranquilo si esa consultoría se hubiese reflejado en alguna modelización y que ésta incorporase algún tipo de función de respuesta a lo Lucas. Probablemente por deformación profesional. O tal vez por haber visto como los business models quedaban justamente al pairo, arrasados por el tozudo ciclo económico. Ello permitiría lo que mencionaba mi amigo Alfonso Novales, en su discurso de toma de posesión de la academia de ciencias morales y políticas el año pasado al decir que los economistas no discrepamos sobre el resultado de los modelos sino sobre cuál aplicar. Si dicha consultoría explicitase su modelo, podríamos hablar de dónde discrepamos. Pero al no conocerlo, resulta difícil hacer nada más que asombrarse, como suele ocurrir con toda consultoría, ante el arte de la presentación de cosas que sonando plausibles muchas veces resultan imposibles.
Aunque todo esto, claro está, es un discurso más que conocido por los profesionales de Fedea.