Un Mundo Nuevo

Publicado el 03/11/2020

Aquel día fue el principio de una nueva vida. Volviendo a su casa se mareó un poquito y se cayó de bruces sobre el suelo adoquinado de una acera de esta ciudad tan poco acogedora. Tuvo que ser un africano que se dedica a pedir limosna el que se inclinara a ayudarle a levantarse. No quiso admitir que debería ir al médico pero a las pocas semanas no tuvo más remedio que hacerlo. Se aterró cuando el neurólogo le habló de un pequeño ictus, nada grave, pero que podía tener incidencia en la memoria. La posible recuperación de esta función tanto y tan poco valorada en general, pero que había sido crucial para los muchos oficios que había desempeñado, ocupó gran parte de su tiempo de jubilado.

Acostumbrado a pensar en abstracto fue elaborando una teoría (por llamar de alguna manera a las elucubraciones propias de sus paseos diarios) sobre en qué consiste esto de la memoria. No le interesan nada la biología ni la psicología en general por lo que simplemente pensó en la memoria como una caja grande en la que se acumulan los recuerdos ordenados en cubitos, cada uno con su etiqueta generalmente relacionada con el evento correspondiente. En consecuencia, piensa él, la pérdida de memoria no es sino la ruptura de los cubitos y, a veces de la caja que los contiene. No es lo mismo recuperar el contenido de cada cubito que el de la caja sin ordenar pues, a veces, la memoria que queda te lleva a un cubito y a veces a un dato sin ubicar.

La esquina de las calles Espalter y Ruiz de Alarcón es un buen ejemplo de recuperación de la memoria, pues ese diminuto cubito, según me cuenta mi amigo, ha enriquecido como por casualidad su memoria en un ejemplo más de que la ésta no solo puede recuperarse, sino también de que su pérdida puede tener su compensación en el descubrimiento de un new town. El mundito alrededor de esas dos calles se le presenta, me cuenta, como algo totalmente nuevo, un lugar en el que le gustaría vivir para disfrutar de sus alrededores, desde el Jardín Botánico a la Iglesia de los Jerónimos o a la Real Academia Española. Un mundo en el que ha estado muchas veces; pero en el que no se había fijado nunca en serio.

Es en ese punto cuando a mi amigo se le ocurrió festejar la novedad iniciando una novelita corta que acabe construyendo un nuevo cubito de memoria. Todo comenzaría en la esquina simétrica de esas dos calles, en donde se ubica lo que se llama Educación Museoprado, un lugar misterioso que parecería estar vacío. El guardián de esa institución vive solo; pero tiene muchas visitas sexuales a las que pasea por el museo por las noches. Hace colección.