En este primer volumen de A Trancas y Barrancas están mis primeras publicaciones en el diario El País y en Claves (de Razón Práctica), ambas publicaciones de Prisa. Conocía ambas publicaciones antes de trasladarme a Madrid y, a pesar de no tratarse de publicaciones centradas en la Economía, sus referencias a cuestiones de política económica me parecía que representaban dos ejemplos de lo que España estaba cambiando en materia de publicaciones no especializadas. A través de El País entré en contacto con Joaquin Estefanía y a través de Claves lo hice con Javier Pradera, dos contactos cruciales para ir haciéndome con el mundo intelectual madrileño y en los que encontré una acogida muy de agradecer.
Mis contactos con esas dos publicaciones continuaron más allá en el tiempo de lo que aparece en Malgré Tout, este primer volumen de A Trancas y Barrancas; pero en este post me centraré en aquellas publicaciones mías, tanto en el periódico como en la revista, que dejan intuir por donde parecían deslizarse mis intereses culturales: trataba de aplicar la teoría de juegos a cuestiones económicas de momento.
El año 1991 aparecieron en Claves dos ensayos. En el Economista como Ideólogo, una especie de adaptación de mi apertura del curso en la Facultad de Económicas de la UPV del curso 89/90, pretendía reivindicar el planteamiento posmoderno al análisis económico de algunas cuestiones tratadas por Victor Pérez Díaz, otro intelectual con el que tuve algún contacto que me pareció enriquecedor para mí. En Constitución y Ciencia Económica traté de distinguir con claridad los dominios de una y otra contraponiendo las ideas de equidad y de eficiencia.
El año siguiente, 1992, apareció en El País, La Estrategia de la Mujer Fatal, artículo en el que trataba de contraponer ese tipo de estrategia, en la que un jugador nunca cede, con la que podríamos llamar la del «triángulo» (que también podríamos denominar «la del cura») en la que los jugadores acaban aprendiendo. Por otro lado, en Claves apareció otro artículo de título extraño: Parsimonia Divina y Ardor Pastoral, dos títulos que ahora pienso que pretendían llamar la atención hacia el intelectual Juan Urrutia. En Malgré Tout aparecen otras publicaciones en uno u otro medio con títulos mucho más convencionales. Unos u otros debieron llamar la atención de Pradera y/o Estefanía pues ahí comenzó lo que se podría llamar una amistad agradable sobre todo con el donostiarra Pradera.
Quiero destacar esta última amistad que duró, y no solo en relación con las publicaciones, hasta el fallecimiento de Javier y que contribuyó mucho a mi comodidad en el mundo intelectual y a mi tranquilidad en general. Baste como ejemplo de esto último el apoyo que, en circunstancias muy desagradables para mí, recibí de Javier Pradera con ocasión de la acusación del juez de primera instancia en aquel caso relacionado con la expulsión del Consejo del BBVA orquestada falsamente y en el que se me acusaba de dejarme llevar por el ansia de dinero. Finalmente, después de años no se me condenó a nada, ni tan siquiera a una multa, pero lo que quiero resaltar aquí es que Pradera y otros amigos comunes no tardaron ni un día en invitarme a cenar para comunicarme su total confianza en mi inocencia. Nunca lo olvidaré.
Finalmente, el lector entenderá como claro que nada de lo aquí referido deja de ser selecto.