Tenía un poco de tiempo antes de acudir a mi cita en el famoso Taller donde sirven las mejores ostras del mundo. Como no había comprado la prensa me he acercado al kiosko de la plaza de Eguillor, he seleccionado un periódico local, uno nacional y Expansión, que siempre compro los lunes pues me gusta leer a mis amigos en papel.
He depositado os tres en el borde del mostrador de la casamata y, mientras sacaba el dinero del bolsillo del pantalón he dicho en alta voz:
- Los tres
Me parecía una manera clara de comunicar que quería comprar y llevarme los tres periódicos diarios seleccionados. pero la respuesta ha sido inmediate y cortante:
- Cuatro.
- No, hombre, solo son tres.
- Pues eso, coño, cuatro euros.
He sonreído con gratitud y él, el kioskero bilbaino, se mataba de risa. Yo he acabado soltando la carcajada.
Les parecerá una tontería, pero estas cosas me suavizan la vida y hoy han hecho de la inusitada experincia del taller algo más gratificante que nunca.