Las pasadas elecciones para la Asamblea de la Comunidad de Madrid me han descubierto mi falta de interés por la política y, al mismo tiempo, me han llevado a tomar la decisión de definir con cuidado mis intereses en esta última etapa de mi vida y a precisar las correspondientes actividades que los sostengan.
De todo esto escribiré en un futuro inmediato; pero, de momento, comenzaré por recordarme al mismo tiempo mis pasados intereses políticos. Lo más cerca que he llegado a estar de la política fue en los tiempos del comunitarismo, arrastrando una pizca de la lucha de clases pasada por la China de Mao y coqueteando con los kibutz, las comunas y otras ideas propias del 68. Pero ya no estoy ya para esas cosas tanto más cuando ya no aparecen como algo libertario; sino más bien como formas de sometimiento. En cuanto al nacionalismo vasco que me interesa se encuentra, más bien, en su deriva hacia la política general en el confederalismo o en su interpretación individual hacia la identidad personal, cosas estas que no parecen ser prioritarias para un nacionalismo vasco.
Parecería por lo tanto que en este momento solo me queda elegir el lugar apropiado para retirarme, no lejos de mis seres queridos y en un paisaje absorbente, lugar y paisaje que contribuyan a hacer de mi silencio el acicate primordial de mi obra.