Es duro para un adolescente verse superado poco a poco por todos sus compañeros mientras se va quedando retrasado en las filas pasando, desde jefe de filas por su altura de desarrollado precoz, a banderín de enganche con la obligación de ser como graciosillo. Tan duro que hasta hoy no se había permitido recordar aquellas tristes tardes-noches en la bañera disfrutando meláncolicamente del calorcillo del agua con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha doblada. Y como último consuelo pensar que aquel extraño hueso, nunca diagnósticado, que brotó justo debajo de la rótula de la rodilla izquierda ,era un signo de potencial crecimiento como si se tratara de un dobladillo de los que de vez en cuando descosía su madre de sus primeros pamtalones largos.