La rodilla izquierda

Publicado el 24/06/2018

Muy a menudo recuerdo una especie de protuberancia que me salió en la parte anterior de la rodilla izquierda al final de mi adolescencia. Yo había sido el más alto de la clase en mi colegio hasta el momento en el que muchos compañeros comenzaron a sobrepasarme, ese momento en el justamente emergió la protuberancia de la que hablo. No me cabía duda de que en cuanto esa anormalidad se me pasara volvería a crecer y yo a recuperar la cabeza de fila de los de mi clase siempre ordenados por altura. Pero el tiempo pasaba y yo no hacía más que perder lugares en la fila y confianza en mi mismo. Ahora mismo acabo de usar esa wikipedia tan reciente para enterarme de que eso que me entristecía se llama la Enfermedad de Osgood-Schlatter

Durante un montón de años me olvidé de ella mientras sus presuntos efectos perniciosos sobre la altura no impidieron mis triunfos en las carreras cortas y me convertí en un sprinter casi invencible y en un extremo derecha en el equipo de fútbol súmamente peligroso gracias a mi velocidad. Pero ahora ha vuelto a mi memoria a causa del mal de Paget en la cadera derecha y a dolores posteriores, y yo creo que causados por dicho mal, en el muslo de la pierna izquierda.

En primer lugar el músculo sartorio se puso durísimo y desde la ingle a la rodilla me dolía muy mucho y me hacía preguntarme, antes de ser diagnosticado, si ese dolor no tendría que ver con la tan generalizada entre mis amigos enfermedad de la próstata. Pero a pesar de que el tamaño de mi próstata estaba aumentando, no necesitaba ninguna intervención y solo se trataba del mencionado músculo Sartorio que me molestaba mucho al andar. El Fisio, del que hace tiempo no puedo prescindir, me lo machacó durante varias sesiones y el dolor fue disminuyendo aunque no desapareció del todo sino que fue sustituido por otro nuevo. Esta vez se trata del tendón isquiotibial que, extendiéndose desde la cadera hasta la rodilla y hasta la parte superior del glúteo, es objeto de un dolor punzante que me dificulta bastante el doblar la pierna y, en consecuencia, el andar y con el que el fisio se ha enfrentado de verdad.

Tomo numerosas medicinas para estos dolores, medicinas que se añaden a las que no he dejado de tomar desde el infarto del verano del 2011 y que exigen otra más para que toda esa mezcla no acabe conmigo del todo. Digo del todo porque, en cierta medida, ya está acabando con mi manera de vivir. Pero si ahora me atrevo a contar todos estos males es porque veo crecer en mí la esperanza de que el bulto de mi rodilla del que ya he hablado vaya desapareciendo poco a poco. Resulta que, aunque parezca imposible, me veo más alto en el espejo y en el reflejo que los escaparates proyectan de mí. Y, en consecuencia me pregunto si no podrá ocurrir que comience a crecer de nuevo.