Luisito responde al post de esta mañana de una manera tan informativa que creo que es muy bueno que su comentario aparezca como un post independiente que yo me limito a copiar.
Responde Luisito
Es un problema político complejo y los problemas políticos siempre son imprevisibles. Improvisarán algo en medio del pánico, que es lo que siempre hacen. Parece haber una discrepancia de intereses entre la política local o regional y la política de Washington. Cada uno de los grupos políticos locales reclama un paquete de ayuda desde Washington, para su ciudad, para su estado o para su sector industrial o lobby concreto pero en Washington cada vez consume más capital político la aprobación de estos cheques en blanco. Antes de pensar en aprobar nuevos planes de salvamento deben poner a andar medidas populistas como fantasiosas legislaciones destinadas a atar en corto a los tiburones de Wall Street y otros cuentos infantiles semejantes que solo tratan de lo que siempre trata toda legislación que es aumentar el poder y los privilegios de la clase política. Los nuevos cheques en blanco requieren también de un panorama lo bastante sombrío y lo bastante inesperado y súbito. La inminencia del fin del mundo debe ser lo bastante verosímil como para facilitar el cheque en blanco y el episodio debe ser lo bastante súbito como para que ese cheque se firme sin debate público alguno. Lo ideal es un Domingo por la tarde, justo antes de que abra Tokio. Suele notarse cuando los inversores creen que las cosas están a punto para estas reuniones de urgencia del domingo por la tarde en los cierres de las bolsas del viernes. Perciben los fines de semana como peligrosos y se cierran muchas posiciones en la última media hora del viernes. Como se cierran más posiciones cortas, esta última hora del viernes suele ser muy alcista. Un crash bursátil sintetizado facilita las cosas de la política en Washington pero tiene serios peligros para la política local porque podría dar lugar a un pánico descontrolado en los mercados de bonos municipales y estatales. La situación financiera de estados y municipios depende crucialmente de sus pasivos asociados a los planes de pensiones de los empleados públicos y el patrimonio de estos fondos de pensiones está muy expuesto al valor de las acciones. Un desplome de los mercados de acciones podría derribar muchos castillos de naipes si el pánico se propaga a las fuentes de financiación de la política local. Esto hace que haya mucha oposición política a esta clase de experimentos. También es necesario afianzar bien en la opinión pública la relación causa efecto precisa. Debe quedar claro que el despilfarro de dinero público logra la recuperación y que un fin prematuro de ese despilfarro de recursos hace peligrar la incipiente salida del infierno. De ahí toda esa historia surrealista que vende insistentemente la prensa y que habla de una economía americana en recuperación, una recuperación que podría peligrar dando lugar a un “doble dip”. En fin, sentido del humor no les falta. Otra resistencia que debe ser vencida está relacionada con el asunto de la “exit strategy”. Cuando un Banco Central comienza a meterse en jardines del estilo del “quantitative easing”, la discusión de cada paso suicida inicial incluye la discusión de una “exit strategy”. Por extraño que parezca, hay miembros de estos organismos que creen que la discusión de esa “exit strategy” va en serio, que los amigos del poder que reciben los regalos los devolverán cuando todo esto haya pasado, que la destrucción de una moneda es un proceso reversible. Una vez que el balance del Banco Central ha aumentado un 650% mediante la inyección de papel tóxico por un valor total igual a cero, resulta cada vez más difícil seguir discutiendo las ampliaciones de la exit strategy necesarias para mantener calmados a los miembros más ingenuos sin que le de la risa al banquero central.