Trato de recobrar una vida física digna y por el camino se me escapa el tiempo como el sudor por los poros, a raudales. Una dieta vigilada por Naturhouse y la correspondiente adquisición de productos dietéticos, adicionales a las medicinas recomendadas por el médico de cabecera, no solo me lleva tiempo sino también dinero. Una encantadora y sabia entrenadora personal dirige mi recuperación física hasta donde es posible reavivar un cuerpo ya casi totalmente inelástico: más tiempo y dinero. Como complemento mantengo el masaje, siempre después de la gimnasia, y no dejo de pasear a y desde la oficina. Me queda poco tiempo para cualquier otra cosa que exija una concentración continuada. Así que no tengo más remedio que dejarme caer en donde siempre he querido estar: en la divagación intelectual aunque nunca mientras practico mis ejercicios. Espero que esa divagación casi forzada que ahora llena mi vida arroje una luz cegadora sobre mi escasa disponibilidad para la vida del espíritu y haga brotar en mí las iluminaciones que se resistían a estallar por miedo a mí mismo.