Parecería que la realización de mi plan habría de llevar bastante tiempo y, mientras no nos hacíamos ricos con la exhibición del resultado de ese robo, los sueldos de Marian y yo, aun sumados, resultaban cada vez más insuficientes para de nuestro estilo de vida. En consecuencia buscábamos una nueva vivienda mucho menos rutilante que la mía en Doctor Velasco y esa búsqueda nos llevaba a pasearnos por Madrid fijándonos especialmente en los bajos y los entresuelos.
¿Por qué bajos y entresuelos? A mí me gustan los entresuelos; pero si Marian y yo buscábamos un lugar para vivir, no me parecía adecuado que nos dedicáramos sólo a los entresuelos y pienso, sin trampa, que debiéramos incluir en nuestra búsqueda el correspondiente bajo. No era esa combinación algo muy distinto de la correspondiente a las propiedades de Ramón en Espalter 2. O sea que estábamos un tanto acostumbrados y, si fuera por la costumbre, también podríamos pensar en un bajo y un piso alto en el mismo edificio. Los pros y contras de comprar piso alto y entresuelo separados son evidentes para una pareja de presuntos enamorados y, además, recuerda a Espalter 2, algo que a mí me gustaría ir olvidando, por inaccesible, a no ser que fuera útil a efectos de mi acto heroico del robo.
Como tendríamos que financiar la compra, y Marian no dispondría de muchos fondos, tendría yo que vender mi propiedad de Doctor Velasco y buscar algo en un barrio más sencillo, es decir, más barato, pues la sencillez o el señorío no eran nuestras preocupaciones y porque nuestros sueldos no eran ni serían muy altos. Podríamos intentar la compra fuera del perímetro municipal de Madrid; pero ni ella ni yo éramos «muy de campo». De común acuerdo pensamos que podríamos comenzar la búsqueda por Lavapiés, donde ella había crecido, donde Ramón vivía antes de heredar y a donde yo iba a menudo a la búsqueda de lugares bohemios que me apetecían.
Como Marian había conocido el entresuelo de Ramón y ahora conocía el mío, yo pensaba que entendería mis preferencias; pero no lo podía dar por descontado pues podría ser al revés. Tenía yo pues que explicarle por qué me gustan los entresuelos. Sin duda es en parte la herencia londinense en donde son muy valorados y no son muy caros. Pero también tenía yo razones más viciosas; me refiero a mi gusto por los tobillos femeninos. No creo que esto le pareciera un buen argumento a Marian o sea que o se lo digo, corriendo el riesgo de añadir otra mala idea a la del robo, o me callo y renuncio a mi manía.
Decido callarme y así gano tiempo para esas mis elucubraciones secretas que no me abandonan. En efecto, se me pasa por la cabeza que poner Espalter 2 en venta podría ser una buena idea a fin de utilizar la puerta de atrás de Museo-educación para el robo. Mientras estuviera en venta, el correspondiente entresuelo, así como el garaje de la calle Morato conectado con él, estarían vacíos y ello nos vendría muy bien para utilizar la opción de las cloacas, mucho más segura que su alternativa ya que nadie sospecharía de un local cerrado y vacío como depósito del cuadro robado. Me digo: «esto hay que pensarlo» y el entusiasmo que siento cuando lo escucho me lleva a pensar en Marian y a reprocharme mi tendencia a mentir, pues si se lo cuento a ella, mi amor o mi acto heroico o ambos corren el peligro de romperse.
En cualquier caso la venta de Espalter 2 y la de Doctor Velasco llevarían tiempo pues las viviendas no se venden de cualquier manera. Puedo pues, me digo, disfrutar de la búsqueda por Lavapiés de la mano de Marian.