Fragmento de El Síndrome del Capataz, manuscrito encontrado en un cajón secreto de la habitación en la que él entornó los ojos y sonrió antes de expirar:
Volví al pueblo después de muchos años para asistir al inevitable funeral de una de los pocos muertos cuya desaparición no me toca a mí glosar en el periódico local a pesar del alejamiento que pratico. Y me asusté de la pobreza vergonzante que latía por debajo de una apariencia voluntariosamete elegante arropada por grabados ingleses que adornaban el portal de la que sigue siendo mi casa. Pero la mezquindad el el uso de la calefacción y el gotelet de la única escalera -la de servicio, naturalmente - la manifestaban a gritos. Pero mira por dónde me he enamorado de una señora de mi edad con un magnífico tipazo y que alzada sobre unos zapatos de medio tacón manda y ordena en el altar de la iglesia de este pueblo que nunca fue mío.
Cuando me lo leyeron en una especie de reunión in memoriam me pareció que era una vil copia de El Señor Llga de Torrente Ballester. Pero no dije nada.