El descanso de la neurona
Ya sé que debí escribir sobre lo que vale un antebrazo (el de aquel pobre panadero que se lo dejó en la amasadora y que ha tenido unas ventajas posteriores que seguramente tienen su precio en el mercado negro); sobre la persecución a la que me somete Skoda aunque creí haberme librado de ella aquí ( sobrevuela mi charquito un helicoptero en el que creo ver impresa la flecha emplumada);sobre la finacianciación autonómica (para decir que todo lo que no sea generalizar el cupo es "nada" ); siempre sobre brotes verdes y, en general, sobre todos los flecos que me dejé en Madrid y, sobre todo, sobre borradores que siguen vivos. Pero no hay manera. Mi neurona se resiste y me limito a ritualizar el placer de sacarme el agua de los dos oídos después de cada nadada.