Juan Urrutia Elejalde

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Textos de Juan Urrutia desde 2002

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Homenaje a Alberto Lafuente

Homenaje a Alberto Lafuente

Señoras y señores, Maike, Nahia: Alberto pertenecía a un pequeño grupo de amigos varones que no conducen y poseen una inteligencia por encima de lo normal. No conozco la razón de esta correlación, pero como, en un momento u otro, he oficiado de conductor de todos ellos quiero decirles que he aprendido mucho durante mis carreras de taxista ocasional. Desde luego aprendí de Alberto, uno de estos amigos de los que hablo, durante los tres primeros años de la Comisión Gestora; pero también antes y después de esa pertenencia.

Sidra, Macro y Datos

Sidra, Macro y Datos

No suelo beber sidra excepto en Asturias y en esta sidrería de un restaurante vasco en Madrid sito en la calle Quevedo. Hacía tiempo que no había estado pero ayer, aprovechando la reunión mensual que unos cuantos amigos celebramos desde hace más de veinte años, nos decidimos a ir desde la Plaza de Santa Ana, lugar de la cita de este mes, hasta esta sidrería en la que, rompiendo la tradición nos decidimos a sentarnos en mesa e improvisar una especie de cenita con sus aperitivos y un chuletón a repartir entre varios. Solo al final de la cena y ya próximos a levantarnos y larganos cada uno por su lado, me vino a la memoria que fue Alberto Lafuente el que me la descubrió y él también el que me arrastró no pocas veces a comer en ella acompañados de personas muy al tanto de lo que pasaba en el mundillo de la política.

¿Por qué no escribo más?

¿Por qué no escribo más?

Si observan ustedes las fechas de las entradas en mi blog notarán que últimamente ha disminuído su frecuencia. En el día de ayer, un día no laborable denominado Fiesta Nacional, me sentí muy cansado y no tuve energía más que para tomar algunas notas sueltas que me temo no sé cómo relacionar o continuar. Sirva como ejemplo de esto esta pequeña nota, de hace días, sobre los tacones altos que usan a veces las mujeres: «Las mujeres casadas con tipos bajitos llevan tacones muy altos para hacer creer al marido que si le sacan la cabeza es justamente por esos tacones.

Se me funde la memoria

Se me funde la memoria

Me temo que he entrado ya en la senectud, al menos a juzgar por el estado de mi memoria. Dos cositas de ayer y hoy lo dejarán muy claro. Ayer pasé mucho tiempo examinando la Memoria de la FUE y firmando donde debía.

Keynes y la buena vida

Keynes y la buena vida

Este verano ya pasado compré el libro editado por Joaquín Estefanía con una larga introducción suya sobre los Essays in Persuasion de Keynes entre los que se encuentra el de «Las posibilidades económicas de nuestros nietos». A lo largo de la lectura fui tomando notas que ahora recupero pues me parece que sirven para ir redondeando las ideas sobre abundancia en sentido muy general. Empiezo por dos citas del propio Estefanía en su Introducción a la colección de ensayos.En la página 37 hace una declaración sobre el tipo de economista que, en su opinión, era Keynes: > La economía académica no estimulada su inventiva, pero los grandes problemas de la economía aplicada y su discusión le podían apasionar; entonces ponía en marcha sus grandes facultades intelectuales y sus dotes de persuasión.

The Good Life once again

The Good Life once again

El gran biografo de Keynes, Lord Robert Skidelski y Baron de Tilton, la misma baronía de Keynes, escribió con su hijo Edward Skidelski cuando se creía que la que se llamó Gran Recesión parecía superada, un libro que muy oportunamente se tituló ¿Cuanto es suficiente? en el que trataban de aportar ideas claras sobre lo que llamamos la buena vida , una publicación en la senda del panfleto del Maestro sobre Las posibilidades económicas de nuestros nietos y que puede leerse aquí. El interés de esta publicación no se sustenta en los cálculos sobre el PIB y su creciento que podría sostener una vida con las necesidades básicas satisfechas; sino en el reconocimiento de que > progress should be measured not by the traditional yardsticks of growth or per capita incomes but by the seven elements of the good life Es interesante enumerar los siete elementos que conformarían una Good Life.

Bajo la sombra de los gigantes

Bajo la sombra de los gigantes

El sábado pasado, como todos los sábados, compré The Economist a fin de ponerme un poco al día de cómo va el mundo y saber si uno puede vislumbrar un rayito de esperanza sobre esa su normalización tan llena de problemas serios en todos los ámbitos. La ilusión con que lo compro es mayor o menor dependiendo de la portada y la de este sábado me llamó mucho la atención pues gráficamente se veía un zapato grande a punto de aplastar a un ciudadano y se podía leer en letra blanca « In the shadows of Giants » y en letra roja un subtítulo que se me antojó amenazante: « A special report on the world's most powerful companies ». Que las grandes compañías dominan el mundo en algún sentido, que lo hacen sin control de la ciudadanía o de los trabajadores y que esto no es una gran noticia es algo que no sorprende a nadie.

Placidez total

Placidez total

Una de las señales que me hacen sentirme no tan jóven es que poco a poco me siento cada vez más distante de mis propios amigos, incluso cuando nos reunimos muchos o bastantes a comer y beber en sitios casi venerados en el pasado reciente. Creo que esa distancia nada tiene que ver con algún tipo de distanciamento afectivo. Más bien todo lo contrario pues es esa amistad y el respeto que exige la que no me permite tener la cabeza vacía.

Gernika

Gernika

El viernes vi Gernika, la película del bilbaíno Koldo Serra. No pasará a la historia del cine, pero en eso no se diferencia de muchas otras. Me temo que tampoco pasará a la historia de Euzkadi pues, curiosamente, obvia del todo al entonces Gobierno Vasco y tampoco da fe de un puente de unión entre los dos bandos: los militares carlistas defensores de los fueros.

Lejos del mar

Lejos del mar

Me fui a ver esta última película de Imanol Uribe en cuanto la estrenaron. El tema de ETA sigue en el candelero y además sirve para reflexionar sobre las similitudes y diferencias entre el perdón y el olvido, dos actitudes humanas difíciles de tratar conjuntamente. Y salí defraudado pues nunca me satisface una película (o un poema, o un libro, o un drama) que no entiendo nítidamenente.

Karin Silveyra

Karin Silveyra

Este verano que acabará en un par de semanas he descubierto que me hago viejo. Me canso en mis pseos terapeúticos a pesar de caminar mucho más lentamente, no perdono la hora que me he fijado para acostarme, mi apetito se sacia con unos entremeses compartidos, no recuerdo casi nada del pasado reciente (y no me refiero solo a los nombres de las personas o de los lugares) y cada vez contribuyo menos al éxito de una reunión social no se si porque hablo muy bajito o porque estoy perdiendo oído. Me cabe la duda esperanzada de que la vuelta de las vacaciones sea una buena ocasión de contradecir algunas de estas señas de identidad senil.

Ramón, académico

Ramón, académico

Ramón llega al restaurante elegante de la Universidad con cara rara. Desde hace algún tiempo se ha puesto de acuerdo con Juan en comer los miércoles en ese restaurante en el que no necesitas adaptarte a un menú del día barato sino que puedes elegir algún capricho sin que el precio crezca demasiado. Se trata de regalarse una conversación culta y distinta de la técica que generalmente acapara su atención.

Fallo neuronal

Fallo neuronal

En un par de días dejamos esta tierra del Empordà que tan ensalzada ha sido este verano por las páginas de cotilleos de los periódicos locales. Aparentemente es la zona donde se ocultan los catalanes importantes poco ostentosos. Hemos decidido dejar el coche, ya envejecido y lleno de rozaduras, en un garaje al lado de la estación de tren de Flaçà a cargo del dueño del ultramarinos y también de un conjunto de plazas de garaje que incluye la que nosostros alquilamos.

...y volví

...y volví

Casi hacían ya cinco años desde mi huida en el timbal y me reincorporaba a España por primera vez con una nueva identidad que se reflejaba no solo en los papeles. También había cambiado mi cara y mi volumen y, desde luego, mis ideas básicas en relación a mi profesión de economista ya que la idea de la verdad no me parecía obvia o fácil de entender ya que, a mi juicio, poco tenía que ver con la correspondencia entre la palabra y la cosa tal como se suele decir entre eonomistas quienes, al menos en esto, siguen la herencia vienesa. Pero también habían pasado cinco años de calendario y había yo alcanzado una edad en la que preocupaciones muy humanas, como la posible descendencia o el matrimonio, resonaban en mi cerebelo y trastocabn mi claridad mental.

Manuel y David

Manuel y David

Mi posts anteriores «Burkini en Cannes y dobles mixtos en Río» y «Tenis, dinero y the good life» han sido honrados con muchos comentarios que merecen un post adicional en el que trataré de enfocar el problema que algunos de ellos ponen de manifiesto. Me centraré en dos de ellos, el de Manuel y un par de los de David, lo que hace la labor difícil especialmente porque tanto el post como los comentarios hacen referencia escritos antiguos. Manuel escribe tratando de hacerme ver que en ocasiones prima el mercado por encima del nacionalismo.

Tenis, Dinero y The Good Life

Tenis, Dinero y The Good Life

Me asombra que mi post sobre Burkini y Tenis haya tenido tantos comentarios en La Matriz centrados en el nacionalismo que revela la forma de organizarlos y de contar el medallero como si, podríamos concluir, el éxito, incluso bien medido, fuera una cuestión de espíritu nacional. Esta es la visión de David de Ugarte. La visión de Manuel Ortega se centra más en el tenis que aprecia muy mucho y afirma o sugiere que mis críticas de la persecución del dinero por parte de muchos tenistas están desenfocadas puesto que lo que los grandes persiguen no es poder ganar el próximo torneo sino sumar puntos que cuenten para la clasificación general lo que, según él no perseguiría ni dinero ni resonancia nacional, sino quizá solo hambre de éxito y fama.