Juan Urrutia Elejalde

Graneles

Textos de Juan Urrutia desde 2002

Cabecera del sitio
Ideas desordenadas sobre el Brexit

Ideas desordenadas sobre el Brexit

Ayer me acosté creyendo que el triunfo del «remain» parecía seguro y hoy me he levantado con su fracaso y el éxito del «leave». Ni ayer ni hoy he pensado mucho sobre el porqué, o las consecuencias en distintos campos, de este resultado y apenas he tenido tiempo de escuchar o leer nada al respecto. Pero creo que quiero explicarme a mí mismo este sentimiento ambivalente que me produce la derrota de la iniciativa de Cameron.

Nostalgia del eterno verano

Nostalgia del eterno verano

El taxista me comenta que está sorprendido porque el tráfico debería haber disminuído dado que los colegios ya han cerrado sus puertas, pero sigue denso. El dermatólogo me dice que use sombrero en verano pues tengo la piel muy blanca y la combinación de sol y de piel blanca acaba sacándome manchas en la cabeza y en la frente. Ambas cosas me recuerdan mis veraneos infantiles con su duración eterna y las permanentes quemaduras de sol.

Cena en una terraza

Cena en una terraza

Cena en una terraza Machalen y juan volvieron de Lucerna muy satisfechos. Ella por el éxito del concierto, incluída su aventura ravelesiana, y él porque, de una u otra forma y aparte otras aventuras,su manera de entender el papel de la música en su forma de trabajar se había enraizado durante el concierto. Y, más a gusto que nunca, esa misma noche en el hotel durante su charla somnolienta habitual después de la cena oficial había procurado apoyar la imagen de su mujer.

Neptuno y Piscis

Neptuno y Piscis

Hace algún tiempo que escribí que dejaría de leer sistemáticamente a Karin Silveyra mi admirada astróloga y que me pasaba a Susan Miller. Pero ayer volvía a caer en la tentación y como siempre me asombró su acierto. Esto es lo que decía para esos Piscis a los que pertenezco: > Neptuno pasa cada 164 años por Piscis.

Cuestiones patrimoniales

Cuestiones patrimoniales

El concierto fue un éxito en opinión de Juan y de una parte grande de la audiencia que entendió la complementariedad entre lo suave y lo tosco y duro pero, desde su butaca, Juan observó que otra parte de la audiencia con aspecto tradicional no estaba para estas combinaciones novedosas. Lo que les ocurría seguramente es que, como pagaban una cantidad significativa por su presencia en este concierto de Lucerna, querían lo de siempre y no albergaban deseo alguno de experimentos. Quizá un gran patrimonio no genera nunca deseos de aventura sino más bien lo contrario.

Dos calles

Dos calles

He pasado dos noches y casi tres días en Bilbao. La razón es la de siempre: cuestiones administrativas y financieras. Pero algo tan aburrido como eso viene compensado por el olor del mar y la lluvia (o llovizna en esta ocasión).

El ensayo

El ensayo

Tenía un poco de tiempo para llegar al hotel y acompañar luego a Machalen al ensayo con todo en el teatro; pero su subconsciente le retuvo distrayéndose por las calles entre la estación de ferrocarril y el hotel pensando que no quería ver de fente a esta directora a la que quería desde hace muchos años sin pasar previamente por la música pues ella le habría preguntado por Mercedes y no deseaba verse obligado a mentir o a ocultar parte de la verdad. Quería comentar sus sospechas sobre los dineros de Mercedes y Ramón y sopesar la conveniencia de imitarles en caso de que esas sospechas se confirmaran; pero algo tan poco espiritual debería esperar al día siguiente del concierto. Así que esperó a estar seguro de que ella habría salido ya para el teatro y pasó por el hotel para cambiarse y afeitarse cosa que no pudo hacer en Basilea pues no debía haber pasado la noche allí y no contaba con los adminículos necesarios.

Estoy vigilado

Estoy vigilado

En el último micropost contaba cómo ya había vuelto a Madrid después de un paseíto por levante. Volver siempre tiene un toque de entusiasmo, pero a menudo nos engañamos negándonos a reconocer que también tiene no pocos inconvenientes. Les pondré un ejemplo.

Reminiscencias entrecruzadas

Reminiscencias entrecruzadas

Su tren salía bastante antes que el de Mercedes así que Juan se levantó con sigilo y se adecentó sin hacer ningún ruido innececesario para salir sin despertarle, pagar en recepción, pues la caja estaba todavía cerrada, y tomar un taxi a la estación en donde tuvo tiempo de desayunar algo ligero y prepararse para, una vez arrancara el tren, soñar despierto con la cabeza pegada al cristal y dejando que la imaginación despertara con el día, se adueñara de su mente y le permitiera tratar de ordenar las ideas todavía calientes de la noche pasada. Pero la imaginación es libre y sigue los caminos que realmente le interesan aunque crea que éstos son otros. Le hubiera interesado imaginarse su vida con Machalen como supongo fue la de Nietzsche con Cosima, siempre deseosos de abrazarse, pero sin llegar nunca a hacerlo debido a que ese impulso fue siempre reprimido por presuntos e importantísimos problemas intelectuales.

De vuelta

De vuelta

Entre el esfuerzo que tuve que hacer para tratar de pasar el examen final del primer curso básico de euskera y los tres días libres que luego me tomé en Jávea a donde acudí sin instrumento alguno de contacto virtual, me encuentro como recién llegado a un mundo nuevo que no reconozco del todo. Y me temo que no tengo más remedio que perseguir las huellas que mi yo anterior dejó en algunos borradores de entrada en el blog. Desde ahora y durante todo el verano quiero continuar con la segunda novela en la que se sigue la vida encubierta de Juan el protagonista de El Síndrome del Capataz, pero no me puedo quedar en eso pues también tengo ganas de escribir cosas con enlaces y relativas a los acontecimientos que nos envuelven, especialmente los relativos al mundo de las finanzas en general y de la banca en particular.

Ejes ortogonales

Ejes ortogonales

Decidieron quedarse en un hotel cercano a la estación. Mercedes llamó a Ramón sugiriendo que lo hacía desde Ginebra y Juan se interesó por el cansancio de Machalen excusándose de haber decidido quedarse a pasar la noche en Basilea pues había perdido el último tren a Lucerna. Machalen estaba agotada y con voz cansina le despidió recordándole que al día siguiente podría asistir a media mañana al ensayo general a partir del cual, y si todo salía bien, podrían seguir pensando sobre la interpretación musical de su C.V.

En Basilea

En Basilea

La siesta no duró mucho y, como ella no pidió nada más de él, parecía claro que no necesitaba templar los nervios. Se vistió y con un aufwiedersehen casi inaudible abandonó la habitación y en cinco minutos estaría, calculó él, en el auditorio empuñando la batuta. Juan pensó que esto le permitía tomar un tren a Basilea, ver algo de pintura y volver rápidamente para estar en el hotel cuando ella, agotada, volviera para hacer una cena ligera y tardía.

Ravel

Ravel

La siesta había sido siempre un momento mágico para Machalen y Juan, desde que se conocieron de verdad en Salzburgo hace tantos, tantos años que no merecen ser contados. Así que Juan, después de un alargamiento loco del paseo por la orilla del lago, se aprestó a recibir a Machalen para disfrutar de ese momento después de una ligerísima comidad temprana. Imaginando su ensayo con los músicos de esta orquesta que ella no había dirigido nunca y cómo se habría despedido de ellos hasta media tarde, se disparó su imaginación una vez más en una especie de circumloqio en rededor de Ravel, un gran músico en su opinión y del nunca dejaba de mencionar que era vasco algo reivindicado con especial énfasis por Juan ante Ramón en muchas de sus conversaciones que muy amenudo se dispersaban sobre temas variados y que desesperaba a este último aunque procuraba mantener la compostura.

Himno de los auxiliares, 2 de mayo

Himno de los auxiliares, 2 de mayo

Hace ocho años escribí esto sobre el sitio de Bilbao y el triunfo de los liberales sobre los carlistas que pusieron cerco a la Ciudad; pero tuvieron que retirarse. Creo que casi todos los años escribo algo aquí con ocasión de esta efemérides. Pero este año me voy a limitar a copiar el himno.

Gemeinschaft und Gesellschaft

Gemeinschaft und Gesellschaft

La tarea que me esperaba estos pocos días en Lucerna no era poca cosa ni cosa fácil, así que saqué fuerzas de flaqueza y comencé a pasear, después de un opíparo desayuno con Machalen, por la orilla del lago en la búsqueda de alguna idea que pudiera orientar mis elucubraciones a lo largo del día. Curiosamente lo que vino a mi cabeza, quizá por la influencia de aquel idioma que conocía muy regularmente, fueron dos términos utilizados por primera vez juntos y en contraste uno con el otro por Tönnies: Gemeinschaft y Gesellschaft. Entre divertido y un poco cabreado pienso que estos dos conceptos y las relaciones entre ellos es lo único que aprendí en los tres años que perseveré en la universidad privada de mi ciudad hasta que me largué a Salzburgo a profundizar mis conocimientos de comercio internacional únicamente porque era éste el tema que privilegiaba la fundación Fullbright.

Lucerna

Lucerna

Pero esa invitación tendría que esperar. Se acercaba el final del curso y el comienzo de las vacaciones y es bien sabido que antes de que éstas lleguen todos queremos acabar con los muchos asuntos pendientes. Machalen sabía bien que si en esta su primera temporada no dejaba bien amarrado el programa de la siguiente, al menos en sus líneas generales, el comienzo de la próxima sería un infierno.