Cecil y mis moscones
He de confesar, no se si con vergüenza o sin ella, que no tengo ninguna simpatía a los animales, un sentimiento que forma parte de mi rechazo de la naturaleza en general con la posible excepción de algunas flores y de los seres humanos o, hablando con mayor precisión, de algunos pocos de ellos por los que he llegado a sentir hasta algo parecido a lo que entiendo que es el cariño. No he conocido perro que me resulte simpático y cuya compañía agradezca y hasta he llegado de abandonar una perrita a su suerte sin compasión alguna. Los toros no me dan pena ni siquiera cuando en alguna contada ocasión he visto y oído a uno morir delante de mis narices.