Publicado el 22 de agosto de 2013
Steven Pinker ya nos fascinó con su «Language Instinct» y con su profusa argumentación teórica y empírica a favor de una consideración del lenguaje como algo innato en el ser humano, algo que ya había defendido el padre de la gramática generativa, intelectual antisistema y maestro de Pinker, Noam Chomsky. El lenguaje o, mejor dicho, la capacidad de hablar, está grabada en nuestro disco duro, es un instinto sin el que no aprenderíamos a hablar por mucho contacto que tuviéramos con otros seres hablantes. Parece que en «Blank Slate» (que quizá debiéramos traducir como tabla rasa y no como pizarra virgen), la última obra de este joven profesor del MIT, vuelve al ataque describiendo otras muchas partes de nuestro disco duro.