Me escribe un lector - Ramón - que ha leído hoy en Expansión mi primer artículo de est nuevo año. Yo no lo encuentro en la edición digital y no puedo comprar la edición en papel pues continúo en París tras las huellas de Bourne y su supuesto amigo, el diplomático de la pajarita. Tuve anoche la revelación de que ambos visitarían en algún momento el Centro Pompidou, así que he pasado, abandonado por Marisa que me cree loco, todo el día en este edificio visitando todo desde la colección permanente (obvia), a las exposiciones temporales,comprando un inútil ticket anual, comiendo unos rollitos vietnamitas, vigilando la guadería de niños y escuchando las conversaciones de esas francesas viejas que tanto me gustan. Pero nada, creo que Marisa tiene razón- estoy loco. Lo únco interesantee ha sido la exposición temporal sobre Mondrian y de stilj, un intento más de deconstrucción avant Derrida que acaba en otra construcción. Consecuentemente(?) París sigue siendo el centro del mundo porque se ha dado cuenta que está terminado. En el enorme cuadrado formado por la torre de Montparnasse, la Defence, el Sacré Coeur y la Bibioteca de Francia solo hay una grúa y debe de estar para dar la impresión de que algo evoluciona.