Llego de un primer paseo matutino por mi barrio izquierda caviar y me doy cuenta de que la boina ha dejado un cerco profundo y rojizo en mi frente que parece un hematoma pero no es sino el precio a pagar para que ni me explote la cabeza ni me empape la lluvia el cráneo. Por lo demás el reuma sigue atacándome inmisericorde aunque no me doy por vencido y camino contra viento y cortina de agua.
Dejo a Marisa en la peluquería de la rue du Four y me meto en La Procure, enorme librería de claro sesgo cristiano papista muy a tono con su situación entre la comisaría del barrio, la casa de china y la iglesia de Saint Sulpice. Cuando salgo después de hacerme con algunos de los encargos, como la biografía de Atila y lo último de Taleb, topo con la primera sorpresa de una mañana apretada:delante de la iglesia está justamente la única grúa de París, esa a la que me refería ayer en esta crónica sobre París que hoy traslado de los miniposts a este maxipost. Y no es capricho.
El mero hecho de que sea la izquierda caviar la que no está del todo puesta es ya una gran noticia, pero no deberíamos apresurarnos a sacar consecuencias electorales pues la segunda sorpresa del día es que me topo de frente con el diplomático de la pajarita - se llama Terry - acompañado nada menos que del mismísimo Bourne. Me apartan de un manotazo y comienzan a escalar la grúa hasta alcanzar la altura correspondiente a la cubierta de esta iglesia tantas veces reparada.
Les sigo con la mirada y observo cómo de una puerta casi invisible sale una de las mujeres que les acompañaban en la Brasserie Lipp nuestra primera noche en este París medieval. Bourne se hace cargo del paquete que ella le entrega y comienza a gatear por la pluma de la grúa con el paquete en forma de tubo cruzado sobre el cuerpo.
Dudo si debería comentar este espectáculo con los gendarmes de la comisaría que se fuman tranquilamente un gitane cada uno resguardados de la lluvia. Pero no lo hago y opto por callejear a toda la velocidad que mi reuma me lo permite acerándome al final de la pluma que-!oh sorpresa!- alcanza la vertical justo sobre ese viejo trasto tantas veces esquivado que es la iglesia de Saint Germain, compañera siempre despreciada por Sartre en Les Deux Magots o por Camus en el Café Flore; pero que hoy se toma su justicia mirando de frente a la obsoleta La Societé por l´encouragement de la industrie convertida hoy en una segunda o tercera conexión de la izquierda caviar, con el mismo menú que La Coste en la rue saint honoré y que en el saint george del Beaubourg y justamente en el que cenamos ayer Marisa y yo despreciando los antros del 68.
Empiezo a comprender, el paquete que Bourne traslada, de momento a La iglesia de Saint Germain, un pedacito de un fresco de Delacroix, una teta de la siempre impúdica monarquía clásica. tengo que asegurarme y saber porqué antes de denunciar el hecho ante esos gendarmes que se aburren. No ha sido difícil. al poco tiempo de rondar por allí he visto salir a Bourne con el rollo debajo del brazo atravesar la plaza o omienz de la rue Bonapart y entrar en La Societé. sí en ese lugar donde anoche degusté unos caracoles maravillosos pero al que critiqué amargamente por esclavizar a unas jóvenes estupendas y listísimas capaces de venderte vino blanco con esos caracoles.
Al local le faltaban imágenes en las paredes -lo comentó Marisa - y había una música elctrónica ambiental a cargo de un ingeniero de ambiente que vigilaba regularmente su difusión regular, caambiaba alos comensales según sus características y emitía unos sonidos digitales que hacían que casi cada comensal desfundara su teléfono móvil simultáneamente cada diez minutos. todo un espectáculo.
A la salida le observé con sus gafas y su cara plana detrás de sus aparatos digitales. Ahora lo entiendo. Era él, Bourne. Probablemente se ha convertido en el hombre de confianza de los dueños del grupo empresarial que se está haciendo con todos los locales estúpidamente sofisticados del París izquierda caviar.
¿Quien es el diplomático de la pajarita? np pienso ir a la plcá hasta que descubra este último detalle.