A los pocos años de instalarnos en Madrid invertí parte del dinero con el que generosamente se me pagaba en el BBV para montar la FUE (de mis apellidos Urrutia Elejalde), una Fundación sin ánimo de lucro dedicada a entender, divulgar y enriquecer los aspectos filosóficos de la ciencia económica. Pude instalarla en la calle Fortuny en un lugar muy céntrico del barrio de Chamberí en Madrid y no lejos de la Glorieta de Bilbao sin duda inspiradora de mi elección de la ubicación.
En un principio no acudía a esta sede todos los días; pero poco a poco y a medida que acudía más y más al Banco, comencé a centrar mi actividad intelectual en el número 37 de esta calle dedicada a ese músico catalán y a ahorrar mi esfuerzo en ir a Getafe para cumplir con mis obligaciones en la Carlos III, de forma que me sentí obligado a dimitir como miembro del Consejo Fundacional y pasé a Presidente del Consejo Social.
Durante bastantes años este centro fue el cogollo de mi actividad intelectual más allá de La Universidad Carlos III; pero poco a poco, fui haciéndome a la idea de que mi vida estaba cambiando de forma radical y ahora que solo me veo escribiendo lo que un día será mi obra póstuma me entra la duda sobre si debería volver a él.
Se trataba de un piso bajo y no tanto de un sótano. Por eso me parecía que en realidad el local podría ser demasiado grande para servir sólo de lugar específico a efectos de escribir sobre un cierto tema. En efecto este nosótano madrileño podría ser adecuado no solo para escribir sobre un tema determinado (a pensar cual pues no lo veo claro) sino sobre todo para unificar textos o para meditar sobre la dirección general de una obra. Esto último exigiría mucho tiempo de reflexión continuada por lo que este espacio me permitiría pasar todo el día en él, además de comer y dormir sin necesidad de trasladarme a mi domicilio familiar, cosa que, aunque no me apetece nada, quizá acabaría siendo necesaria.
Además sería posible reunir allí a asesores quizá necesarios a efectos de redondear textos o enriquecerlos con datos concretos. Su localización era y es muy adecuada para este menester y en su interior hay una sala de reuniones muy apropiada como ya se demostró hace años cuando nos reuníamos en él cada semana o cada quince días, bajo el techo de la FUE, para comentar alguna lectura o escuchar a algún experto de nuestro entorno en un tema que juzgábamos interesante.
A efectos de ese trabajo que espero que ocupe todavía bastantes años, sería un lugar estupendo tal como ya se demostró en su momento pues fue allí en donde yo escribí buena parte de mi última fase creativa, publicada ya hace años, pero que todavía cuenta con no pocos restos que todavía pueden ser utilizados.