El dolor del capataz
Nunca tendrás ni idea del dolor de un capataz, porque, por un lado, tú no lo has sido nunca, y porque, por otro lado, es un dolor que no se puede comparar con ningún otro dolor ni físico ni psíquico. No se trata de que el reuma sea más intenso en casas menos cuidadas que las de los dueños, ni tampoco de que el capataz lleve prendida como una estrella inmaterial que no le permita llevar la cabeza alta. Se trata más bien de que debe inclinar la cabeza ante los dueños, y no por ningún imperativo legal, sino como una especie de reflejo inevitable, pero al mismo tiempo doblemente humillante.