Juan Urrutia Elejalde

Graneles

Textos de Juan Urrutia desde 2002

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Nostalgia de la Goulue

Nostalgia de la Goulue

En una coincidencia feliz, he encontrado un ejemplar perdido de mi Goulue, ese pequeño cuadernillo que te ofrecían en el restaurante de ese nombre, La Goulue, en la calle Madison de Nueva York, y que constituyó para mí un centro de referencia en Manhattan. ¿La recuerdan ustedes? Tal como les contaba hace muchos años aquí no es sino una especie de diminuta agendita en forma de carpetita de cerillas que en un tiempo me resultó muy útil para tomar notas que luego eran ampliadas y transferidas a este blog, y que se referían a las más variadas materias que me gustaría rememorar ahora.

Ni rastro de Bilbao

Ni rastro de Bilbao

La campaña electoral no está siendo ni excitante ni divertida. Por otro lado no me molesta tanto como otras veces quizá porque todos los partidos parecerían querer pasar desapercibidos a pesar de los debates. Sin embargo me he sentido molesto con un par de declaraciones biográficas que supongo a nadie le han extrañado.

Aterrorizado

Aterrorizado

Mis problemas cardiacos que están ahí, pero están controlados, me condicionan la vida. No debo desfondarme ni acelerar el ritmo cardíaco, pero debo mantenerme en una forma que mi edad resiente. A pesar de ello no perdono mis paseos y los 35 kms semanales que debo acumular.

Martínez-Lázaro no es Cukor, ni Wilder, ni Lubisch

Martínez-Lázaro no es Cukor, ni Wilder, ni Lubisch

Por fin he tenido ocasión de visionar el último film de Emilio Martínez-Lázaro, después de haber leído sobre su éxito comercial y de haber escuchado una infinidad de comentarios sobre los sketches y chistes que llenan esta obra titulada Ocho Apellidos Vascos. Para los que hemos seguido durante años Vaya Semanita y hemos disfrutado de la capacidad de ese programa realizado por vascos para hacer que éstos se rían de ellos mismos, las expectativas estaban muy altas. Pero el cine es un género con ciertas reglas a las que estamos acostumbrados, lo que hace difícil, aunque no imposible, el inicio de su revisión.

Pablo, Limónov y yo

Pablo, Limónov y yo

Hace unos 8 años escribí esto en relación a la carta a los corintios de San Pablo, tratando de interpretarla como una muestra de entusiasmo de alguien que entiende bien la realidad y se ha decidido a ser una especia de ingeniero social que no trabaja con las grandes ideas, sino con el Amor, es decir, con el deseo de mover el mundo, con la necesidad de ser un héroe. Lo escribí antes del inicio de la Gran Recesión, pero ahora lo leo como si en la primera parte me estuviera diciendo que la cosa no consiste en ser intelectualmente capaz o en ser buena persona, sino en algo un poco más sutil, drástico y contundente al mismo tiempo. El fin de semana anterior volvía a oír esa primera parte de la carta.

La botadura

La botadura

La Gran Novela de Bilbao que se va configurando poco a poco en mi mente tiene una segunda parte que he decidido llamar provisionalmente Remolcadores de Altura. Una primera entrega de esta segunda parte (El joven de la margen izquierda) puede verse aquí seguida por una segunda entrega (Una magnífica noche de perros) que puede examinarse aquí ahora completada por los párrafos siguientes. Cuando finalmente salió de la bañera era justamente la hora habitual para acicalarse y comenzar su paseíto hacia la estación de tren para atrapar ese que le dejaba relativamente lejos del colegio, o para tomar el gasolino y pasar a la margen derecha a fin de coincidir con ella en el autobús que tanto a ella como a él les dejaba prácticamente a las puertas de uno y otro de sus respectivos colegios.

Jugando con Hotelling

Jugando con Hotelling

Parecería que la desigualdad es el único tema caliente en la economía, cosa curiosa por un lado y explicable por otro. La fijación de la atención en la desigualdad tanto de la renta como de la riqueza y en su incremento en los últimos años es, sin duda, algo raro en una situación en la que el crecimiento y el desempleo son tan enormemente diferentes a lo que estábamos acostumbrados en países desarrollados pero, por otro lado y precisamente por eso, los que sufren la recesión en sus propias carnes han de estar escandalizados y con ganas de explotar o de hacer explotar. La conversación generalizada sobre ese tema de moda gravita casi exclusivamente alrededor del libro de Thomas Piketty que, como ya conté, adquirí en enero en la Hune de cerca de La Place Saint Germain en París y al que me he referido varias veces en este blog, la última en este post en el que se puede ver la edición francesa.

¿Culo? ¿Fraternidad?

¿Culo? ¿Fraternidad?

Viajando desde Madrid hacia Bilbao para pasar el primer puente de mayo y festejar el verdadero dos de mayo, paramos, como casi siempre, en Landa, el único sitio del trayecto en el que sé utilizar el cuarto de baño sin perder la dignidad. Aparcamos a la sombra, pues hacía mucho calor, y a través de la plaza del Templete entramos en el establecimiento de la única forma posible que te enfrenta inmediatamente con la barra de su magnífico bar. Allí estaba con una pierna en el escalón de la barra el culo más atractivo que recuerdo resaltado por unos leggings apretados.

Dos de mayo, himno de los auxiliares de Bilbao

Dos de mayo, himno de los auxiliares de Bilbao

Somos Auxiliares sin color ni grito; somos defensores de este pueblo invicto. Somos liberales Y derramaremos Toda nuestra sangre Por la libertad. Ya nos llaman a las armas, Compañeros acudid, Y corramos sin demora Nuestro deber a cumplir ¡A vencer!

Autoanálisis

Autoanálisis

Hoy he empezado mal el día. En cuanto he abierto el periódico antes de comenzar mi entrenamiento mañanero me he llevado un disgusto al ver la noticia de que un buen amigo, con un enorme y merecida fama profesional en un campo muy diferente a ese en el que yo me reconozco, iba a estar involucrado en una cierta actividad social de relumbrón. Me digo que mi envidia no se debe tanto al posible relumbrón sino, sobre todo, a un reconocimiento profesional basado en su magnífico C.V..

LXXXI, Arrogancia imprudente

LXXXI, Arrogancia imprudente

En El País de ayer, sábado 26 de abril, el arquitecto Luis Fernández-Galiano se hace eco de la edición francesa del libro de Piketty, «El Capitalismo del Siglo XXI», para disertar con prudencia sobre el incremento en la desigualdad, tanto de riqueza como de renta, en la mayoría de los Estados del mundo desarrollado. Pocos días antes, el 24, el economista Pedro Schwartz, refiriéndose ahora a la edición en inglés editada hace poco tiempo, repartía sabiduría en el periódico económico Expansión , criticando el contenido de este libro de Piketty. Lo que pretendo mostrar a continuación es que como, además de estos dos artículos y previamente a ellos, ya se ha escrito mucho (incluido lo dicho aquí después de la salida del libro o aquí antes de esa salida) sobre esta obra sobre desigualdad que constituye también un intento valiente de sugerir, siquiera implícitamente, un cambio de marcha en la Economía, la cuestión merece un tratamiento respetuoso como el del arquitecto y no como el del economista, que no destacó precisamente por su prudencia sino quizás justamente por su arrogancia imprudente y siempre brillante.

LXXX, Descentralización regulatoria

LXXX, Descentralización regulatoria

En el epílogo del libro reciente de Ignacio Sánchez Cuenca se hace una referencia muy lúcida sobre el trilema de Rodrik: la globalización, la soberanía nacional y la democracia no son posibles simultáneamente, aunque sí lo son tomadas de dos en dos. De ahí que haya que ir tomando posiciones sobre el par que nos interesa. Si bien como economista me gustaría preservar la globalización de los mercados, me resulta muy duro tener que renunciar a la democracia (entendida como ese derecho al voto individual en el que se plasma el gobierno del pueblo más allá de los tecnócratas), por lo que solo me queda renunciar a la soberanía nacional, tratando de montar una democracia mundial.

Ultimas figuras en el linóleo

Ultimas figuras en el linóleo

No basta el recuerdo del cuarto de baño de mi vivienda para volver a imaginar las imágenes que llevo en mi cabeza. Durante este raro ejercicio que ya dura más de siete días he ocupado todas las posiciones a las que he podido acceder sin denunciar mi presencia y con el permiso, por así decirlo, del buen estibador que ha logrado meter en este container casi todos los instrumentos que la orquesta necesita para esta gira que comenzará mañana por la noche. No me queda más que esta jornada que, descontando las horas de poca luz y la segura visita de Aitor, no me va a dejar mucho tiempo para estudiar algunas de las figuras que son originales del linóleo y que me gustaría guardar en la memoria para estos años venideros cuando me entre la nostalgia y rehaga en mi imaginación esta huida de mis propios actos de los que, en cualquier caso, no me arrepiento aunque conducen a la parte más tenebrosa de mi historia de estos últimos meses.

Stendhalizado

Stendhalizado

La noche previa anunciaba la luna llena del siguiente día, nada menos que el 14 de abril. Desperté pronto, me calcé mis zapatillas de andar y me lancé a confundirme con el paisaje ampurdanés como alguien que querría mezclarse con los demás en la espontánea alegría de las primeras luces de una bonita república.Era muy pronto y el relente refrescaba las verdes hierbas del borde del camino inclinándolas suavemente mostrando así una incomprensible falta de ganas de despertar. Estar despierto ene ese momento era, sin embargo, una bendición o quizá hasta algo más.

Otro ejercicio literario, 4.El concierto de los domingos (cont.)

Otro ejercicio literario, 4.El concierto de los domingos (cont.)

(Viene de aquí.) Hizo Machalen como una especie de parada en su discurso como para tomar aire, pero yo sabía que esperaba mi respuesta o, al menos, alguna reacción; pero como yo no decía nada, pues nada me sugerían sus recuerdos infantiles más allá de la sorpresa que me producía la historia de una niña que no decía nada de sus padres, ella continuó: > "Y allí estaba yo, en medio de esos hombres mayores, de espaldas a la mesa alargada, con las piernas colgando, los zapatos de domingo adquiridos con crecederas bamboleándose en el aire, y con unos calcetines blancos que me espantaban y procuraba ocultar bien debajo del mantel. Toda oídos a una conversación que entonces me era difícil de entender y que año tras año, domingo tras domingo, se centraba en que «nosotros» no teníamos apenas una última oportunidad y que ellos, es decir «vosotros», habían ya copado todo, que no podíamos sino resignarnos a hacer lo poco que sabíamos: vender caramelos, coger puntos a las medias, fabricar muebles de artesanía sin marca alguna, recibir a hombres jóvenes con ganas de jarana y atenderlos con amabilidad, limpieza e higiene". Me miró como esperando un comentario a este punto último, como para asegurarse de que lo había entendido, y como retándome a que allí mismo cortara la conversación y me diera la vuelta hacia mi territorio.

LXXIX, Grado cero de  tartamudez y transparencia total

LXXIX, Grado cero de tartamudez y transparencia total

De manera casi simultánea he experimentado muy recientemente dos sensaciones complementarias que me han impactado y me han hecho pensar. Todo comenzó con una sensación yo diría que acústica en medio de la presentación de un libro. Uno de los presentadores efectuó sus comentarios de una forma tal que me hizo buscar algo sobre lo que escribir para tomar una nota, pues me parecía extrañamente urgente asegurar que no me olvidaba.