Publicado el 10 de noviembre de 2013
Ayer terminó el congreso de economía correspondiente a la reunión anual de ASSET organizado este año 2013, como todos los años, por esta asociación y en el seno de la cual se entrega el Diversity Prize a aquel investigador en Economía que, trabajando en una de las instituciones pertenecientes a ASSET, destaque por la diversidad en su trabajo siendo capaz de obtener resultados brillantes en numerosas distintas áreas y así lo reconozca un jurado formado por Claude d´Aspremont, Alan Kirman, Salvador Barberá y yo mismo. Aunque ya soy mayor, esta reunión anual, que este año se ha celebrado en Bilbao, en donde nació esta asociación hace ya muchos años, siempre me emociona un poco, no tanto porque no olvido fácilmente mis años de profesor en esta ciudad (en la que nací) sino, sobre todo, porque uno se siente no del todo inútil al ver cómo las generaciones se van solapando en el mundo de la investigación y cómo esto ocurre a hombros de profesionales que ya son estudiantes de aquellos primeros estudiantes que uno mismo "engañó" para que se dedicaran a esa profesión de pensar en problemas de teoría económica. Sin embargo esta emoción no es del todo limpia pues al mismo tiempo uno se asombra de que el número de investigadores continúe creciendo junto con el número de publicaciones de calidad y de que, visto desde la obsolescencia propia, uno no pueda dejar de pensar que esta labor de búsqueda lúcida se haya convertido en una rutina acumulativa que, hasta cierto punto, ha ensombrecido el ansia revolucionaria por descubrir claves ocultas.