Publicado el 12 de abril de 2010
En las dos últimas columnas de esta Mirada del Economista he catalogado, al hilo de una posible recuperación sin creación de empleo (en febero) y del desapalancamiento(en marzo), cuestiones de poder bien conocidas pero que, sin embargo y en general, no se consideran como tales sino que se afrontan como cuestiones meramente técnicas. El llamado diálogo social sigue siendo una lucha de clases puesta al día que, sin embargo, no se considera como tal lucha, sino como un mero dispositivo disciplinario que sirve para quitarle virulencia a esa lucha casi primitiva. Pero ese es solo un ejemplo.También he hablado de la tensión entre contribuyentes y banqueros, algo que no se puede ocultar por mucho más tiempo (el FROB se acaba en junio, salvo prórroga, y dimite Quintás) y que, sin embargo, también parece semioculto entre la maleza espesa de las noticias de un universo comunicacional que se banaliza y que no insiste, como debería, que lo primero para salir de la crisis es arreglar un sector financiero que sigue sin atreverse a desnudarse del todo.