Pues no fui... pero voy a ir...a la playa

Publicado el 11/08/2010

No, al final no fui a la playa con el bañador 6 (o bañador Tetris) para encontrar a la rubia Marlene. Y no fuí porque se fue la corriente en cuanto apagué el ordenador y, otra vez, me quedé "encerrado dentro". ¿Qué hacer en una cárcel?

Menos mal que traje aquí una pequeña parte de mi biblioteca. Paseando inquieto como animal enjaulado me topé con el primer bloque de A trancas y barrancas y allí un artículo de 1991 que hablaba de Juan Marichal recientemente fallecido en Cuernavaca y al que se han dedicado bonitos obituarios, al menos en las ediciones digitales, las únicas a las que tenía acceso.

Hace 20 años comenzaba mi artículo Los expertos y el poder:el nuevo sísifo que no creo que se publicara en ningún sitio de la siguienete manera:

Hace pocas semanas tuve el honor de presidir en la Universidad Carlos III un acto en el que Juan Marichal disertó sobre los intelectuales y la política glosando el contenido de su libro que con idéntico título había aparecido recientemente.

Aprovechaba yo la ocasión para distinguir los intelectuales (como Azaña) de los expertos (como Negrín) que D. Juan llamaba "sabios". Decía lo siguiente:

Un intelectual es alguien que se pregunta por el sentido definitivo de las cosas y que no se contenta con respuestas fragmentarias ni co apoyaturas fáciles: necesita dar cuenta de todo. Un experto limita su campo problemático y sobre todo ha aprendido a apañarselas con explicaciones provisionales y no se angustia por explicar una cosa que no entiende en base a otra que tampoco entiende.

No resisto la tentación de presumir ni siquiera en situaciones deseperadas como esta en la que me encuentro "encerrado dentro". Observarán que mi caracterización de experto o "sabio" -según D. Juan- delinea un tipo humano que se parece bastante al de los que se dedican, dentro de la economía, a valorar activos, cosa que consiste en encontrar el precio de un activo en función de los de otros activos. Lo más que se puede pedir es coherencia, pero dificilmente un fundamento anclado en algo que pudiéramos denominar realidad.

Esa es justamente mi posición defensiva en la vida académica... y la otra. Mis intentos de intelectual han sido siempre infructuosos y han topado con aporías indescifrables para las que no tengo paciencia.

Pues bien, esas pequeñas elucubraciones inútiles de intelectual frustrado me tranquilizan y me llevan a plantearme otras pistas en mi intento de descifrar la sensación de persecución que acarreo hace dos días. Lo que quieren los pisitófilos creditófagos, estén o no asociados a Marlene, es justamente enfrentarme a esta incoherencia de mi vida, siempre escindido entre el deseo de fundamento y un relativismo del que no puedo escapar.

Durante unos minutos siento que este grupo (pero ¿es un grupo?) quiere hacerme volver a mis raíces intelectuales invitándome a una especie de Gólgota que no sé si merezco.

Hoy sí iré a la playa pues el tiempo es radiante y no puedo creer que haya coartada alguna para que me dejen "encerrado fuera". Pero ya descarto la idea del bañador Tetris y vuelvo al bañador 5, el de neopreno: quiero ser reconocido. Por Marlene que sigue siendo mi principal pista física.