Soñando monstruos. II, Nudo (cont.)

Publicado el 04/03/2011

Entraba el otro día en el nudo de la narración que conforma Soñando Monstruos de Vicente Serrano. Hoy continúo.

2.1 Comienzo por lo que sé. La distinción aristotélica entre economía y crematística que el libro trata al menos tres veces me da pie a mostrar mi manera de entender la doble naturaleza de las trampas, como manifestación del espíritu y como curas de la herida que nunca sana.

*La crematística correspondería a una situación como la previa a la crisis financiera durante la cual podríamos decir que El Capital anda suelto y en su perpetua reinvención se parece a ese mono que nos mostró un día el Gran Wyoming , un criatura que se bebía la orina en una muestra insultante de autonomía y de completitud. Pero un día la correspondiente burbuja explota y experimentamos el terror de lo sin fondo (abgrund). **Por otro lado la economía trataría de la dinámica sostenible de una economía funcionando en su normalidad, si eso existe, y a la que pretendemos volver mediante las medidas que se han tomado. Las principales medidas ensayadas muestran simultáneamente la desmesura de la solución keynesiana en los USA y la austeridad propia de la prudencia alemana.

***Pues bien yo no encuentro mejor ejemplo de la “voluntad de poder” o la “voluntad de voluntad” que la cura americana, tan loca como la terapia sado /maso que nunca puede alcanzar los límites que persigue, pero que trata de alcanzarlos. Volveré sobre estacuestión de límites al final.

2.2 Continúo por lo que creo que sé aunque no lo sepa realmente. Me refiero a la ciencia como tentación de salvación para los que han visto el rostro del terror.

*No es por casualidad que la gente de mi generación hemos acabado, después de no pocos y variados intentos de aturdirnos, en el mayor de los aturdimientos: la práctica de la ciencia o su gestión o ambas cosas a la vez. Se trata de sustituir el terror producido por la muerte del sujeto y la consiguiente debilidad de la construcción del sentido- debilidad esta propia de de la mentalidad posmoderna – por la vitalidad del sujeto científico y la obviedad del sentido siempre presente como superación de la naturaleza- propias de la mentalidad moderna. Rechazamos la pesadilla del afuera pues presentimos que nos va a desgarrar, ponemos puertas al campo sabiendo que no se pueden poner, nos atrincheramos, nos convertimos en reaccionarios. Confundimos el terror, posiblemente creativo, con la locura que sabemos ha sido excluida por el poder y ello nos lleva a castrarnos y a no saber encarar con jovialidad ese genio maligno que a menudo podría servir como brújula de la liberación. Confundimos el extrañamiento con el estreñimiento.