Juan Urrutia Elejalde

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Textos de Juan Urrutia desde 2002

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¿Cobardía o ego?

¿Cobardía o ego?

Hace más de 50 años fui arrastrado por buenos amigos a una reunión de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) que se celebraba en Pamplona durante dos o tres días y que presidía y conducía un encendido revolucionario, quien con su entusiasmo y facilidad de palabra nos invitaba a todos a hacer la revolución social. Todavía recuerdo el descreído calor con el que me dejé conducir por un amigo que ya tenía carnet y que contrastaba con el entusiasmo cuasi incontrolable con el que mis compañeros accedían a ese acontecimiento en un momento crucial de nuestra vidas coincidente con la caída, todavía lenta, del régimen franquista. Mi frialdad revolucionaria se animó no poco cuando, todos juntos, aprendimos a cantar un himno que nunca olvidaré: > En marcha hermanos al combate se acerca la revolución en marcha sin que nadie trate de ser cobarde o ser traidor.

El trastero

El trastero

Hace ya unos cuantos años que introduje todos mis documentos profesionales en varias cajas de cartón, de esas de supermercado, y me deshice de ellas temporalmente colocándolas en un trastero a la espera de revisarlas en su momento. Esperaba que esa revisión me hiciera ver los caminos que se abrían ante un jubilado con un pasado muy variado; pero ha pasado el tiempo y ahora siento que el examen de los sentimientos ocultos en esos documentos no son mi primera preocupación dado que no pretendo reconstruir mi pasado, sino más bien destruirlo, a fin de, una vez por todas, dirigir ex novo un futuro en el que encerrarme todos los años que me queden de vida. No se trata tanto de recordar todas las intenciones que han desfilado por mi vida; sino más bien de ser capaz de detectar, en caso de que exista, una visión propia que se haya ido proyectando en esas intenciones variadas en las que se ha ido plasmando.

Menorca/Esalen

Menorca/Esalen

Acabamos de pasar unos diez días en la isla de Menorca, en la que no habíamos estado desde hace como treinta años, cuando solíamos pasar parte del verano allí. Implícitamente llegué con el recuerdo de la excitación sexual que me proporcionaban aquellas playas pobladas de mujeres semidesnudas. Y por ello me produjo un gran bajón notar que las formas de cuerpo excitantes de ayer ya no me producían sorpresa alguna y, mucho menos, excitación.

Operacion de párpados

Operacion de párpados

Me pongo a escarbar en mi agenda de papel, a la que no renuncio, en busca de no recuerdo qué y me topo con el aviso para el 17 de septiembre de un preoperatorio para en tres días, el 20, someterme a una operación de párpados ya que, como se me caen, debilitan mi mirada. Antes veía con claridad todos los detalles, por pequeños que fueran, en un amplio campo de visión de 180 grados. Poco a poco se emborronó mi visión y su ángulo se estrechó hasta que hoy creo que no llega ni a la mitad.

Menudencias 4, Zapato de tacón y hoja de afeitar

Menudencias 4, Zapato de tacón y hoja de afeitar

En mis paseos alrededor de nuestra casa durante la pandemia, con los que pretendía conjugar la exigencia médica de caminar con la imprudencia de no usar mascarilla, encontraba varias veces al día dos manchas de chicle pegadas al suelo con la forma de dos figuras claras, la de un zapato de tacón alto muy sexy y, subiendo por las escaleras del jardín a la casa, una imagen de un hoja de afeitar de aquellas antiguas que llamábamos gillets aparentemente nada sexy; pero que complementaba al zapato en un recuerdo de figuras o actividades rutinarias que conjuntamente resultaban sexualmente muy atractivas. Menudencias 4, Zapato de tacón y hoja de afeitar desarrolla la idea principal. Menudencias 4, Zapato de tacón y hoja de afeitar analiza implicaciones y ejemplos.

Dos cicatrices

Dos cicatrices

Una de esas cicatrices es el resultado de pasearme con 6 años por el borde del jardín del lehendakari Aguirre en San Ignacio (Guecho)y resbalarme clavándome un hierro en mi rodilla Izquierda. Los cuidados posteriores fueron tan agradables que me queda un recuerdo estupendo como de héroe o así. La otra es el resultado de la necesidad médica para permitir que la sangre fluyera durante la operación de corazón a efectos de paliar el infarto setenta años más tarde.

Mi periodo crítico

Mi periodo crítico

Al final del segundo tramo académico o quizá un poco antes comenzó lo que podría llamar mi período critico. Unos años llenos de acontecimientos inesperados y de muy distinta naturaleza pero que contribuyeron, todos ellos, a mi abandono de la actividad académica. Incluyo aquí los años que estuve ocupando la presidencia del Comité de Redacción del periódico Expansión.

¿Verlassen o único?

¿Verlassen o único?

Hace unos días recordaba el posible abandono al que me había llevado mi cambio en la elección de mi futuro en momentos importantes de mi vida y lo adornaba con un verso de un poema en alemán en el que decía sentirme como una piedra en la calle: verlassen. Coincide este pensamiento de abandono con mi aburrimiento durante unos cuantos días que paso solo en mi casa y en los que lleno mi tiempo libre paseando por lugares pocos frecuentados por mí. Y este divagar me lleva a pensar sobre aspectos de mi quehacer diario tratando de no dejarme llevar por razonamientos conocidos que a lo largo de mi vida he ido acumulando a partir de los escritos sobre el caminar de muchos y bien conocidos intelectuales.

¿Dueño de mi destino?

¿Dueño de mi destino?

Repaso brevemente los dos últimos posts y caigo en la cuenta de que lo que parece no es lo real. En efecto, contrariamente a lo que parece ocurrir en el recuento de mis decisiones de cada tramo de mi vida académica, lo que es la verdad sin duda es que yo he seguido destinos que no eran los míos en realidad. En nuestra estancia en Colorado a cuya universidad en Boulder yo había acudido siguiendo mi vocación que parecía cercana al planteamiento de Boulding como economista de los que luego se llamaron institucionalistas, no ocurrió nada de lo esperado y yo me incliné a seguir las enseñanzas y recomendaciones prestadas por profesores jóvenes que, aunque no «sabias» cultivaban la teoría económica respetada por los profesionales del momento.

El segundo tramo de mi carrera académica

El segundo tramo de mi carrera académica

Con nuestra llegada a Madrid comenzó el segundo tramo de mi carrera académica. Continué con mis intentos de publicación de buenos artículos de teoría económica así como de libros de cierta calidad a efectos de la enseñanza. Pero poco a poco estos esfuerzos se fueron complementando con una inesperada pluralidad de oficios en la que se mezclaban no solo la nuevamente recuperada enseñanza, sino además las visitas a centros extranjeros y,lo más inesperado, la coexistencia de distintos orígenes de rentas, desde la académica a la proveniente de la empresa privada.

El primer tramo de mi carrera académica

El primer tramo de mi carrera académica

Al poco tiempo de casarnos decidimos largarnos a los USA a fin de intentar hacerme con un doctorado en la Universidad de Colorado en Boulder en donde ejercía Keneth Boulding, el perfecto maestro para mí según un alumno suyo que fue el responsable de mi deseo de estudiar Economía al más alto nivel. Como siempre en mi vida comencé con gran energía los cursos comunes en los que obtuve muy buenos resultados lo que me permitió dedicarme de lleno al trabajo en una tesis doctoral que se permitía entrar en la metodología del desequilibrio, la adecuada para estudiar de verdad los problemas monetarios y financieros, según uno de los profesores que más me ayudó a creer en mi mismo. Fueron unos años estupendos tanto por los avances intelectuales como por el descubrimiento de la forma de vida americana en un momento de auge de las ideas propias de aquellos años en cuyos veranos los sesentayochistas de San Francisco se trasladaban a Boulder.

Menudencias 3, Una no pequeña

Menudencias 3, Una no pequeña

Me comentan que no está clara la diferencia ente pequeñeces y menudencias. Si bien podríamos decir que todas las pequeñeces son menudencias, parece que no todas las menudencias habrían de ser pequeñeces y es cierto, pues hay menudencias que no son pequeñas y que pueden llegar ser de importancia. Ahora les pongo un ejemplo de menudencia no pequeña.

Mis años iniciales

Mis años iniciales

Del año en que nací hasta el año en que me casé fue una temporada fácil que me malcrió, por así decirlo. Comencé pronto a recibir clases particulares en casa con una gran profesora cuyas enseñanzas me permitieron sobresalir el primer año que acudí al colegio, más tarde que los de mi edad, que habían entrado uno o dos años antes. Estas clases eran intensas pero cortas en tiempo, lo que me permitía acudir al vecino parque a jugar con unas chicas algo mayores que yo y muy guapas que me adoptaron y me enseñaron muchas cosas como, por ejemplo, a jugar al pañuelito, juego éste que se me daba muy bien pues siempre he sido muy veloz.

Mi Negritud

Mi Negritud

Volví a ver la película «The Wife» y esa historia que contiene me confrontó una vez más con la negritud . Glen Close es esa esposa que ha sido la verdadera escritora de las obras de su marido quien sólo las corregía y les daba su nombre. Era una negra que no cobraba.

Menudencias 1, ¿Quieres que nos veamos?

Menudencias 1, ¿Quieres que nos veamos?

La serie Pequeñeces que he empezado a crear contando historietitas de mi vida infantil y juvenil no me parece adecuada para dejar constancia de ideas raras que me pasan por la cabeza en mi vida diaria actual y que se evaporarán a no ser que deje constancia de ellas. Para este fin voy a comenzar otra serie que titularé Menudencias . A continuación transcribo la primera.

Pequeñeces 2, El puente levadizo

Pequeñeces 2, El puente levadizo

En aquella época llamábamos «puente levadizo» a lo que hoy se llama simplemente puente de Deusto. Hoy en día se atraviesa casi sin tener conciencia de que por debajo pasa la ría en su camino hacia el mar; pero hace unos 60 años no podíamos dejar de sentir esa función de la que se desprendía su nombre. Unía las dos márgenes del río.