Juan Urrutia Elejalde

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Textos de Juan Urrutia desde 2002

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Pequeñeces 1. El meñique

Pequeñeces 1. El meñique

Intentar escribir mi gran obra póstuma puede no ser una gran idea. Sobretodo si pretendo caer en la autobiografía ya que esta no daría mucho de sí a no ser que me invente muchos acontecimientos. Es lo que pretendo hacer, pero mientras mis pretensiones consiguen hacerse realidad, tengo que encontrar una forma de disponer de las ocurrencias que me vienen a la mente.

Una tarde de lluvia en Foixà

Una tarde de lluvia en Foixà

Siempre llega el final de cualquier cosa y no digamos de un viaje o una estancia fuera del domicilio familiar. Pero no siempre llega de una forma como oficial, acompañada de lluvia y una bajada de temperatura tal como ha sido el caso esta vez en Foixà. Si en general este pueblo ampurdanés es silencioso, especialmente alrededor de la Iglesia, un día de esos del final de la primavera no hay nadie por la calle y el sonido de los pájaros se ahoga por los golpecitos sobre los adoquines de las gotas de lluvia.

Foixà

Foixà

Hace cuatro días viajamos desde Madrid a Girona pronto por la mañana desde la estación de Atocha de Madrid. Hace más de un año que no había sido testigo de una multitud tan heterogénea en medio de la que me siento, sin duda, un desconocido. Mientras esperamos a que el tren comience a rodar pienso, como en un no-where en el que dejar flotar mi no-body, me gustaría hacerme con una cabina reservada en un Talgo para ir y venir desde donde sea a donde fuera durante días.

Iparralde

Iparralde

Pienso que el último post, el titulado Nobody Nowhere , necesita o merece otro complementario que lo matice. Lo he denominado Iparralde por razones que explicaré a continuación dejando para el final las matizaciones a la idea apuntada en ese post anterior. Comenzaré por lo tanto por explicar el título del presente post.

Nobody-Nowhere

Nobody-Nowhere

Como reacción al contenido del post acerca de mi futuro inmediato me ha venido a la mente la conveniencia de que me aísle a fin de poder concentrarme en esa posible obra final o quizá póstuma. No puedo permitirme el distraerme con contactos frecuentes con viejos amigos y esto, muy posiblemente, exigirá mi residencia en un lugar poco conocido lejos del bullicio. En palabras ya utilizadas hace tiempo al escribir sobre Trieste debería llegar a ser nobody nowhere Esta exigencia me ha retrotraído a una experiencia no tan lejana que me lleva a pensar que quizá no es tan difícil satisfacerla.

Modelando el futuro

Modelando el futuro

Desde que hace dos meses cumplí mi 77 aniversario he creído que no tengo más remedio que orientar mi incierto futuro. Por un lado no parece que vaya a ser muy largo; pero, por otro lado, no tengo porqué pensar que se cumpla en un abrir y cerrar de ojos. Cabe pues una breve disquisición sobre cómo utilizar mi tiempo de retirado de todo que sigue disfrutando de la lectura.

Hacia la última etapa de mi vida

Hacia la última etapa de mi vida

Las pasadas elecciones para la Asamblea de la Comunidad de Madrid me han descubierto mi falta de interés por la política y, al mismo tiempo, me han llevado a tomar la decisión de definir con cuidado mis intereses en esta última etapa de mi vida y a precisar las correspondientes actividades que los sostengan. De todo esto escribiré en un futuro inmediato; pero, de momento, comenzaré por recordarme al mismo tiempo mis pasados intereses políticos. Lo más cerca que he llegado a estar de la política fue en los tiempos del comunitarismo, arrastrando una pizca de la lucha de clases pasada por la China de Mao y coqueteando con los kibutz, las comunas y otras ideas propias del 68.

Zer  egin?

Zer egin?

Mientras voy perfilando todas las ideas necesarias para ejecutar el robo de un cuadro de calidad y, a la vez, sigo con atención los pasos de la correspondiente agencia inmobiliaria para vender mi vivienda a mi estilo de Doctor Velasco, pienso que no es la primera vez que me he visto frente a una decisión de las que pueden cambiar la vida de uno. Nunca sin embargo ha sido como en esta ocasión en la que el cambio sería radical y no dependería sólo de mí. Mi vida ha estado llena de cambios radicales.

Perfilando el robo

Perfilando el robo

Sí, se puede vivir en Lavapiés y, además, pienso que me resultaría agradable vivir en ese barrio tan único. Además es el barrio de Marian y ella disfrutaría en él por la cercanía de sus padres, o a pesar de esa cercanía que, sin duda, le impondría algunas obligaciones adicionales. Mi problema ahora ya no es el de desaparecer de nuestra vivienda actual a fin de facilitar ese robo fundamental; sino más bien el de llevarlo a cabo con inteligencia e integrarlo en nuestra posible vida apacible de funcionarios de educación.

¿Se puede vivir en Lavapiés?

¿Se puede vivir en Lavapiés?

A pesar de llevar mucho tiempo en Madrid, no puedo presumir de conocer bien la ciudad. Lavapiés es un buen ejemplo. Está en el sur y yo viví y fui al colegio muy al norte así que, como luego fui a la UAB, resultó que el sur de la capital era un lugar extraño para mí (a pesar del Rastro) y siguió siéndolo hasta que volví de Londres donde fui después de acabar la carrera y a fin de hacer ese doctorado que uno de mis profesores me recomendó encarecidamente.

¿Bajos y entresuelos?

¿Bajos y entresuelos?

Parecería que la realización de mi plan habría de llevar bastante tiempo y, mientras no nos hacíamos ricos con la exhibición del resultado de ese robo, los sueldos de Marian y yo, aun sumados, resultaban cada vez más insuficientes para de nuestro estilo de vida. En consecuencia buscábamos una nueva vivienda mucho menos rutilante que la mía en Doctor Velasco y esa búsqueda nos llevaba a pasearnos por Madrid fijándonos especialmente en los bajos y los entresuelos. ¿Por qué bajos y entresuelos?

Serenidad aparente

Serenidad aparente

Nos convertimos en una perfecta pareja burguesa. Ambos en el mundo de la educación. Ella seguía en la educación infantil y, como tal, seguía llevando a sus alumnos de vez en cuando al Prado-Educación y aprovechaba ese momento, pienso, para pensar por su cuenta sobre cómo robar («hacer público» se había acostumbrado a decir) un cuadro.

Jaleo

Jaleo

Nuestra despedida no fue muy animada cuando le expliqué a ella, Marian, algunos detalles que yo había elaborado a fin de cumplir con mi compromiso con Ramón. Ella me hizo ver, entre otras pegas, que nada ilegal iba a contar con su sonrisa. Así que decidimos dejar la posible discusión de los detalles de la operación del robo para más adelante, en la esperanza por mi parte de que su sutil oposición se debiera al deseo de no abandonar nuestra feliz semisiesta casi diaria.

Primera discusión

Primera discusión

Por alguna razón desconocida el otoño se alargaba mucho este año y lo hacía de forma preciosa con la luz intensa de las mañanas y el alargamiento de las tardes hasta que llegaba una oscuridad que se me antojaba más transparente que otros años. La vida de Marian y la mía entraron en una envidiable placidez con reencuentros diarios en la hora de la siesta cuando nos encontrábamos en mi entresuelo o en mi bajo y charlábamos cariñosamente intercambiando proyectos de vida conjunta sin exigencia alguna de ir tomando decisiones. Creo que ambos éramos conscientes de que yo tenía que cumplir con mi parte del trato con Ramón, pero ni ella ni yo parecíamos decididos a romper la calma.

Dudas

Dudas

Estamos donde estábamos. Ramón sigue trabajando en la parte de educación del Museo del Prado y yo continúo trabajando como profesor de filosofía en esa universidad casi desconocida del sur de Madrid que ahora no me resulta tan lejana ya que, desde mi nueva morada, no tardo nada en coger un tren en la estación del sur y llegar a un pueblo grande, aunque no lo suficiente como para mudarme a él. Y, además, en estos momentos nada podría mejorar mi estilo de vida con Marian tan próxima en un entresuelo con buenas vistas a los tobillos femeninos.

A la espera

A la espera

Ramón cumplió con la parte del plan que le correspondía y, tal como creía Juan, una vez confesado su intento de hurto fue perdonado por el Patronato del Museo y continuó desempeñando su puesto en la sección de ese museo dedicada a la Educación. Ahora me correspondía a mí cumplir con la mía robando un cuadro de mayor tamaño y de un mayor precio en el mercado correspondiente. Esta, sin embargo, no era una tarea sencilla pues esos cuadros estaban generalmente en el corazón del museo protegido día y noche por agentes policiales especializados.