Juan Urrutia Elejalde

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Textos de Juan Urrutia desde 2002

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Dos días de reflexión

Dos días de reflexión

Dormí mal y poco (yo Juan) y desperté con bastante angustia. Para no dejarme amilanar decidí repensar mis ideas y, al tiempo, pensé que sería bueno comunicárselas a Marian, a quien tenía a mi lado en el entresuelo de la calle del Doctor Velasco y que era psicológa. Me levanté silenciosamente y, mientras me tomaba una taza de leche con parsimonia, pensé que mis argumentos se reducían a dos: mi desprecio por la propiedad intelectual y el deseo, que nunca me abandona, de hacer algo sonado que me sacara de la mediocridad en la yo creía moverme.

El desencadenamiento

El desencadenamiento

Fue precisamente en una de esas cenitas tempranas cuando, para mi sorpresa, Ramón rompió la costumbre y avisó a las guapas chicas que nos acompañaban que «Juan y yo tenemos algo raro que hacer» y, después de pagar la cuenta, nos despedimos de ellas hasta más ver. Ramón lideró el camino de vuelta al piso alto de la Calle Espalter lentamente y en silencio, silencio que solo rompió una vez dentro de ese su piso noble anunciando de sopetón que tenía un problema serio. Fue una explicación premiosa; pero en resumen, se trataba de que, como ya suponía que yo sospechaba, ese tráfico de cuadros y cuadritos era la ocasión no solo de platicar de arte y filosofía, sino también de hacerse con un dinero que necesitaba a fin de mantener el estilo de vida al que estaba acostumbrado y que yo, dijo, conocía muy bien pues había disfrutado en parte de él.

No, no se veía venir

No, no se veía venir

Me preguntaba hace pocos días si la exasperada vida sexual de este amigo mío se veía venir. No, no se veía venir a pesar de que en los últimos años, y especialmente después de la muerte de sus padres, su vida sexual era, incluso para alguien que como yo no rechaza el placer de cualquier clase, un poco exagerada. Durante no poco tiempo me aproveché de sus facilidades inmobiliarias para pasar muy buenas tardes y noches.

¿Se veía venir?

¿Se veía venir?

Nunca imaginé que este amigo acabaría trabajando para el Museo del Prado aunque fuera en esa especie de añadido que era Educación Museoprado , pero sí que era fácil colegir, allá en nuestra juventud temprana, que no seguiría el camino de nuestros compañeros de aquel colegio de niños privilegiados destinados a replicar el oficio profesional de sus mayores. Y lo era porque él nunca se adaptaba a los juegos o formas de estudiar en grupo que practicábamos los demás. Era un solitario que no hacía ningún deporte de equipo y del que no se sabía si estudiaba, porque nunca lo hacía junto con otros.

Un Mundo Nuevo

Un Mundo Nuevo

Aquel día fue el principio de una nueva vida. Volviendo a su casa se mareó un poquito y se cayó de bruces sobre el suelo adoquinado de una acera de esta ciudad tan poco acogedora. Tuvo que ser un africano que se dedica a pedir limosna el que se inclinara a ayudarle a levantarse.

Horizontes de Grandeza

Horizontes de Grandeza

Hace ya bastantes días topé en algún canal de televisión que no recuerdo ahora con la película de William Wyler, The Big Country , que yo debí ver en español bajo el título de Horizontes de Grandeza pero de la que no recordaba nada en absoluto, olvido éste que me dejó asombrado. Mi asombro parecería ser, por lo tanto, totalmente genuino si notamos que los actores y actrices principales eran bien conocidos: Carroll Baker , Charlton Heston , Gregory Peck y Jean Simmons . Se trata de una red de conflictos en un mundo agrícola y ganadero de Texas.

Mi diminuta planta baja espiritual

Mi diminuta planta baja espiritual

Mi irrenunciable deseo de vivir de acuerdo con mi personalidad, sea ésta ya vivida o sea por vivir, me ha llevado a convertir mi amplia vivienda de Madrid en una especie de Torre Eiffel cultural con lo que el espacio que me queda para residir en ella es muy limitado. Ya decía que apenas ocupaba espacio en la planta baja. Ahora trataré de explicar por qué razón ese espacio responde realmente a mi personalidad.

Otoño

Otoño

Desde hace unos días, el suelo de la ciudad está cubierto de hojas secas de muy diversos colores. Todavía resisten algunas hojas verdes colgadas de los árboles y de los arbustos mezcladas con las blancas que se mantienen; pero muchas se han caído y mutan su color hacia el marrón, pasando por el amarillo o hacia el rojo dando, curiosamente, un rosa blanquecino. Ha llegado el otoño y el mundo a mi alrededor me acerca de súbito a mi País Vasco original, ya sea el del norte (Iparralde), ya el del sur(Egoalde), tal como ha mostrado la TVE en la retransmisión de la Vuelta a España en sus primeras etapas y que reconozco todos los días en la calle Balvina Valverde de Madrid, esa pequeña muestra de Euskadi.

Ya solo falto yo

Ya solo falto yo

Llegué al hospital para que me infiltraran no sé qué en el hombro derecho y ya iba entristecido por el fallecimiento de mi compañero de colegio, J.A.Z, del que me enteré justo antes de salir de casa camino del hospital. La infiltración de ese algo me produjo una somnolencia que traté de vencer tomando una coca-cola baja en cafeína a fin de poder trabajar un poco. Quizá por la mezcla de ambos líquidos me costó mucho dormirme y durante un tiempo, que me pareció eterno, caí en unos recuerdos de hace muchos años que acudían a mí atraídos por un acontecimiento triste como la muerte de este buen amigo bilbaíno.

Arquitectura Espiritual, 4ªPlanta

Arquitectura Espiritual, 4ªPlanta

La cuarta planta es difícil de describir y todavía más difícil de justificar. No llega el ascensor a ella ni tampoco la escalera general, sólo una especie de estrecha colección de escalones desgastados. No dispone de ventanas sino que tiene una enorme cubierta transparente hecha de una especie de cristal resistente a prueba de rayos.

Arquitectura espiritual, 3ª planta

Arquitectura espiritual, 3ª planta

En la segunda planta comienza el recorrido del ascensor y la enorme superficie de éste sirve de nuevo espacio para libros un tanto inclasificables y, curiosamente, como complemento a los elementos de relajo de cada planta a partir de la segunda. En esta segunda planta, dedicada a la Literatura, este relajo es importante pues, así como la Economía puede ser difícil y su estudio genera mucho esfuerzo solo curable con descanso y posible salida de casa, tanto la filosofía como la literatura solo lo exigen cuando uno cree saber que «entender» en esas áreas no es necesariamente lo adecuado ya que el nihilismo es especialmente aplicable a ellas en el sentido de que no hay nada externo que las «explique». Esta forma de mirar tanto a la Filosofía como a la Literatura hace de estas dos áreas de conocimiento algo complementario que, sin duda, se reflejará en el uso del ascensor sobre todo entre estas dos áreas.

Arquitectura espiritual, 2ª Planta.

Arquitectura espiritual, 2ª Planta.

Aunque la escalera continúa hasta la cuarta planta, a partir de esta segunda comienza un ascensor muy amplio que puede usarse desde la planta baja para facilitar el acceso a personas mayores. Se recomienda, sin embargo, que se use solamente a partir de esta segunda planta debido a que el contenido de esta y de la siguiente pueden marear de tal manera que llegue a hacerse necesaria la ayuda mecánica para cualquiera que se tome en serio esos contenidos, mucho menos técnicos y más elusivos que los de la primera planta. Uno entra pues en esta planta bien por la puerta a la que lleva la escalera, bien por la puerta a la que lleva el ascensor.

Arquitectura espiritual, 1ª Planta

Arquitectura espiritual, 1ª Planta

En el post anterior trataba de describir lo que entiendo como la forma de dotarme de vida con sentido a través de una forma de ser y de pensar que denominaba arquitectura espiritual y que trataba de explicitar a través de las cinco plantas de mi vivienda madrileña entre las que la planta baja sería «la puerta de acceso», decía en efecto: > Es este acceso lo que constituiría la iniciación a la «arquitectura espiritual». Una escalera alta y sumamente empinada partiría de ahí y subiría a cada una de las otras cuatro plantas, a cada una de las cuales se accedería por medio de una puerta que daría acceso a su vez a un pasillo semicircular desde el que se accedería a los misterios de cada planta. Añadía que: > En futuros posts trataré de continuar con la descripción de las otras plantas, cada una dedicada a una de las obsesiones constitutivas de mi personalidad y con un dormitorio diminuto y adecuado, fácilmente accesible Como la primera de esas cinco plantas es en realidad la Planta Baja tengo que lanzarme a la descripción de la Primera Planta a la que denominaré Economía .

Arquitectura espiritual

Arquitectura espiritual

Hace mucho tiempo ya que poseo tres casas en tres zonas distintas de la Península Ibérica. Una en Madrid, otra en Cataluña y una tercera en Bilbao. Cada una de ellas responde no solo a circunstancias específicas de mi vida, sino sobre todo a formas características de entender mi propia personalidad.

Pavos reales

Pavos reales

Hace dos días, en una joyería de la calle Serrano de Madrid contemplé la imagen de un pavo real en todo su esplendor, lo que me devolvió a tiempos muy antiguos. Aquellos años en los que yo pasaba mañanas y tardes en el parque de Bilbao antes de comenzar a ir al colegio pues la vida de un niño no era como ahora cuando acude a la escuela infantil desde los tres años. Yo fui educado por una profesora particular hasta los 8 años y, por lo tanto, pasé un par de años con todos mis amigos ya en el cole y yo todavía disfrutando del parque.

¿Recuperando mi mundo?

¿Recuperando mi mundo?

Este principio de temporada se me ofrece como algo distinto a otros principios de temporada y no tiene nada que ver con la pandemia que sufrimos. Tiene que ver más bien con la falta de memoria que se me impone directamente o que inconscientemente uso como justificante de otros problemas de la edad. Los problemas simples de mi falta de memoria se me antojan genuinos.