Soñando Monstruos, comentarios finales
Supongo que no tengo razones de peso para entregarme a la confortable solución rortyana más allá de la edad y el terror a la locura y estoy seguro que las de Vicente encaminadas a la resistencia son de enjundia, pero…… todavía me queda relatarles cómo terminó mi estancia en el Don Pepe, una estancia en la que la lectura de Monstruos y la coexistencia de camareros de smoking y criaturas deformadas por la persecución viciosa de placeres ridículos me estaba ahogando. Quizá ya hartos de esa morbilidad ambiental huimos al pueblo, a la plaza de los naranjos, y vimos a la gente comer con hambre y charlar de sus cosas no con pretensiones de salvación y sí de pasar un rato. Y estando allí vimos pasar al más monstruoso de todos los monstruos.