Publicado el 20 de octubre de 2018
Hace diez días traté de recuperar mi manía de escribir posts asiduamente en mi esperanza de llegar a ser un buen bloguero. Desde entonces personas de mi entorno comentaron, sin intención, que para ello el blogueo no tenía futuro y, la verdad sea dicha, así me pareció, cuando comencé a meditar sobre lo que olfateaba a mi alrededor. Mi entusiasmo se ha difuminado y durante estos días he dedicado mi tiempo, o para ser veraz, el que los cuidados médicos me dejaban libre, a la tercera criba de mis papeles viejos hasta un punto que me ha proporcionado cierto optimismo en relación al futuro de mi obra y, en general, al futuro de mi estancia en este planeta.